La vuelta de Hernández Moltó. El material humano es lo que más me ha interesado de la vuelta al ruedo de Juan Pedro Hernández Moltó, aquel político brillante y durante años todopoderoso hasta su brutal caída a manos de José Luis Rodríguez Zapatero. Su trayectoria oficial ya está muy contada y no tiene mayor alcance, pero estos trece años de silencio, ostracismo y dolor son la parte más poderosa de su historia, sin quitarle ni un gramo de su responsabilidad ni purgar su alma de ninguna culpa: un político en su época, su forma de hacer y su ceguera. El coronel Kurtz, como le llama mi amigo Pedro López Gayarre. Ahí están sus obras y las decisiones de los tribunales. Pero el hombre está detrás y su melancolía es un patrimonio que le pertenece. A sus 70 años y mucho tiempo después del terremoto, Moltó tiene el derecho de juzgarse y ser indulgente consigo mismo, y la obligación de vivir y espantarse los fantasmas. Y es lo que está haciendo ahora con su reaparición: decirse a sí mismo que la vida continúa y que, pagada la factura, no hay razón para esconderse. La tristeza ya está en sus ojos y en su corazón, esa añoranza de lo que no pudo ser que se esconde detrás de su nueva sonrisa abierta, pero el futuro puede volver a tener luz. “Voy a recuperar mi estado de ánimo y la normalidad de mi vida”, les ha dicho naturalmente Moltó a sus amigos. Y en ello está. Todo lo demás tal vez sea epidérmico y circunstancial, pero lo que pincha el alma es lo fundamental. El hombre antes que ninguna otra cosa.
La pasión de García-Page. Más allá de la gestión y las vanidades cotidianas del cargo de presidente de Castilla-La Mancha, lo sustancial en el perfil público de Emiliano García-Page que personalmente más me llama la atención es su fortaleza anímica y su intensidad. “Estoy en plenitud”, ha dicho Page no hace mucho tiempo, y viendo su desenvoltura parece una verdad que resulta especialmente llamativa en un político que lleva tanto tiempo en la vida pública. Casi es milagroso que no se haya echado a la rutina y al corsé diario de la agenda y la burocracia, una tensión de inteligencia emocional que tal vez le inyectó en vena José Bono y que tantos éxitos le ha dado. Y los que queden. Haría bien la oposición en interiorizar el mérito, si acaso quieren combatirlo. García-Page ha pasado momentos malos y su gobierno es discutible, pero hay un elemento inconfundible que le hace ganador: la pasión. Y después está su voluntad de cercanía y de confundirse con la región en la que gobierna. Que se muestre permanentemente enciscado con Pedro Sánchez, y siempre sobrevuele su proyección rebelde y a la contra, con las siglas PSOE en el cuarto oscuro, no es más que la confirmación de que Page tiene absolutamente claro el camino que todavía quiere recorrer en clave personal. Que nadie se lo pueda merendar. Los lobos y las ovejas: sálvese quién pueda en la indignidad y evidente descomposición moral del sanchismo que tanto daño puede hacer alrededor. La carrera de nadie no va a interferir en la suya propia, por muy adán y ruin que sea el rival. El mayor logro de García-Page, hasta el momento, es la simbiosis con la tierra, y ese sello ya le lleva por delante. Irse de Sánchez es la vía en la que hay que profundizar. Tal cual.
El poderío de Tolón. Lo más llamativo de la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón, es su torrencial personalidad política. Tiene mucho poderío: presencia contundente, potente liderazgo y un discurso que entienden bien los toledanos. La gobernanza es otra cosa y se la juzgará en las elecciones, pero su perfil es el que tanto alumbra la ciudad y va tan por delante de sus rivales. Es el secreto de su popularidad: no tener complejos, trazarse un horizonte y llegarle a la gente con un Toledo mágico que ya se cree en el olimpo del mundo. Sólo una personalidad de su nivel podrá arrebatarle el sitio, pero nadie así aparece de momento a la vista. Tolón acaba de convertirse en la secretaria general del PSOE local de Toledo y se ha quitado de encima de un plumazo a su rival, Chesco Armenta, y las bendiciones que tuviera del aparato regional de los socialistas. Ya lo tiene todo controlado en la capital regional, o sea el partido y el ayuntamiento, y ahora ya veremos sus siguientes objetivos. El próximo será repetir en la Alcaldía en 2023, pero si aspira algún día a la Presidencia de la Junta necesitará algo más que su carisma y una imagen poderosa: los apoyos que hoy no tiene, por muy de Pedro Sánchez que parezca. O precisamente por culpa de este Sánchez descompuesto. Ojo a eso. Toledo es el dominio de Tolón, pero Castilla-La Mancha es otra cosa, aunque el futuro, obviamente, no está escrito. Y políticamente es apasionante.