Aforismos y rayos de Lichtenberg
De Georg Christoph Lichtenberg (1742-1799) ya reseñé la edición de "Aforismos", que en Fondo de Cultura Económica realizó Juan Villoro. Aquella es una selección fechada en 1989 y que sigue reimprimiéndose, con los aforismos agrupados en once secciones que Villoro proponía y que iban desde unos fragmentos autobiográficos, "El hombre en la ventana", a un apartado dedicado a "Las figuras de Lichtenberg", que hacía alusión a la principal aportación que el científico hizo al estudio de la electricidad. Cuando explicaba Villoro los criterios de selección y de edición, acababa con estas palabras: “Como Goethe, el autor de los Aforismos, fue un cazador de luces, pero no quiso embotellar relámpagos sino chispas. Esta edición procura agregar algunos resplandores al inagotable amanecer de Georg Christph Lichtenberg”.
La edición que desde hace unas semanas leo está realizada por Juan del Solar en 1990, en su segunda edición de 2002 de Edhasa, y sigue el orden cronológico de “los quince cuadernos de formato y volumen diferente en los que Lichtenberg fue anotando sus mal denominados aforismos y que a partir de 1772 él mismo designó con las letras C a L, los cinco delgados cuadernillos que integran la A, se remontan al invierno de 1764-1765, aproximadamente, y llegan hasta 1770. Fue el germanista Albert Leitzman, primer editor crítico de la obra de Lichtenberg entre 1902 y 1908 (Deutsche Literaturdenkmale, números 123, 131,136, 140 y 141), quién designó con las letras A y B los cuadernillos más antiguos” (Notas, página 398).
Del contenido de este cajón de sastre ya hablé algo en la anterior reseña, de su carácter de selección y de la amplia introducción de Villoro, que creo merece la pena. Esta edición es otra cosa. Es una edición íntegra, con una introducción con mucho más contenido, con notas al final y con una cronología sobre su vida que la completa, por lo que cualquiera que tenga la edición de Villoro y se encuentre, como ha sido mi caso, con la ocasión de comprar a buen precio éste, que no lo dude. Son ediciones complementarias de las que tirar de vez en cuando, como pasa con estos libros de aforismos que lo mismo pueden valer para un roto que para un descosido. Aforismos los hacemos todos los días en cuanto nos ponemos estupendos. Bromas, juegos de palabras refranes y greguerías al estilo de Ramón Gómez de La Serna tienen su cabida en el género. Eso se ve mejor en esta edición completa y crítica en el que una reflexión filosófica convive con un chiste.
Uno, llevado de la principal ocupación científica sobre la electricidad, y lo de embotellar relámpagos y chispas, que decía Villoro, ha buscado entre sus páginas algo referido a “rayos que nos caen y que nos acaban iluminando el camino”, pero no he tenido suerte. Lichtenberg no me ha podido aclarar la duda. Nadie es perfecto.