Hace tan solo una semana no tenía ninguna intención de volver a Balzac, pero los libros se aparecen y uno se deja llevar sin más. Muchas veces el libro que habías leído con ilusión hace mucho tiempo se te acaba cayendo de las manos y todo se queda en la lectura de unas pocas páginas que uno abandona al cabo de poco tiempo. Otras veces, como es el caso, una página lleva a la otra y uno siente que lo que lee ahora es como si lo leyera por primera vez. Eso me ha ocurrido con esta edición de los años ochenta en la colección de bolsillo de Bruguera, prologada por Carlos Pujol, sin duda el escritor y editor que mejor ha conocido y comentado a Balzac. Su "Balzac y la Comedia Humana", también en la misma memorable colección, es el mejor ejemplo para comprobar la profundidad de su análisis, sus dotes de lector y la extensión de sus conocimientos. De su mano, la obra de Balzac, de aparente simplicidad, desvela todo lo que una obra maestra esconde y puede dar a cualquier lector.
Pero, ante todo, mi vuelta a la lectura de Balzac ha supuesto la comprobación de lo viva que su obra sigue en el recuerdo de mis lecturas y de la facilidad que tiene casi toda para atraparme y llevarme de principio a fin sin ningún esfuerzo, quizá por aquello que remarca el maestro Pujol cuando dice que “el secreto de Eugenia Grandet consiste en su sencillez intencionada” y la combinación de un “argumento que combina ingredientes muy balzaquianos, amor, interés, vanidad, ambición, sufrimientos callados...”. Y, desde luego, unos personajes, que a pesar de tener antecedentes en la literatura, como es el caso del viejo avaro, no dejan de sorprenderle a uno por la forma en que aparecen, como si fueran la creación más original del mundo.
Uno relee "Eugenia Grandet" y siente ganas de acometer la lectura de ese monumento a la vida que es "La Comedia Humana", en la que el escritor, siempre entre la disyuntiva de escribir y vivir, exprime hasta el último retazo de la vida y la traslada a la escritura.
"Eugenia Grandet" es una historia aparentemente simple, en la que todo desde el primer momento parece determinado por el ambiente y la propia vida de los personajes. Poca cosa nos puede sorprender y, sin embargo, hay un chorro de vida y literatura que nos arrastra. Ese es el gran secreto del gran escritor. La vida se presenta como un hilo que le enreda a uno sin que nunca se sepa por qué hay esa necesidad de seguir leyendo algo que estamos seguros que no nos sorprenderá. Uno vuelve a Balzac, como a otro clásico, y en ese territorio se siente tan naturalmente cómodo como si nunca lo hubiera abandonado. Es la magia de los clásicos y de los grandes narradores. Nadie se siente incómodo con ellos. Cada lectura es un descubrimiento.
Honoré de Balzac. Eugenia Grandet. Edición de Carlos Pujol. Traducción de M. Laín Martínez. Ediciones Bruguera. Col. Libro Amigo, 1984.