Ésta es una de las primeras crónicas periodísticas que convertirían a Gay Talese en uno de los grandes representantes, junto a Tom Wolfe, de lo que se llamó “nuevo periodismo” y colocó a la denominada “literatura de no ficción” al frente de las listas de los libros más vendidos.
El puente, es el relato de la construcción entre los años 1959 y 1964 del puente Verrazano-Narrows , situado a la entrada del puerto de Nueva York que une Brooklyn y Staten Island. Superaría, con sus 1.298 metros de luz en su centro, al Golden Gate de San Francisco, por entonces el puente colgante más largo del mundo, pero ante todo es la historia de los hombres que lo construyeron. Como haría después con muchas de sus obras, Gay Talese, cuenta y entreteje historias personales y profesionales de estos constructores de grandes infraestructuras a los que en la jerga se denomina “boomers”. Gentes que se trasladan de una gran obra a otra tres el “boom” que producen allí donde se levantan.
En el prefacio, escrito cincuenta años después de la primera edición, el autor dice: “A principios de los años sesenta del siglo pasado , mientras la autovía en forma de arcoíris del puente Verrazano-Narrows se estaba ampliandoen cuatro kilómetros a lo largo del puerto de Nueva York, conectando asi los barrios de Brookyn y Staten Island, con frecuencia me colocaba un casco de seguridad y seguía los pasos de los trabajadores por las pasarelas, observando durante horas como subían y bajaban por los cables de acero a modo de arañas, o cómo apretaban tornillos con sus llaves inglesas, sentados a horcajadas sobre las vigas. En ocasiones empujaban con sus manos enguantadas un torno que se había encallado, o golpeaban con el hombro un armazón de varias toneladas que colgaba de una grúa, o movían los tobillos, enfundados en sus botas, según acercaban el cuerpo a la tarea que los ocupaba, en busca de un lugar seguro donde apoyar los pies en medio de los vientos cambiantes y muchos metros por encima del mar… …Cuando me instalé en Nueva York a mediados de la década de 1950, acostumbraba a formularme preguntas del tipo: ¿a quienes pertenecerán las huellas impresas sobre los tornillos y vigas de esas edificaciones tan vertiginosas en una ciudad tan inmensa? ¿Quiénes serán esas personas que caminan sobre el alambre provistas de botas y cascos de seguridad que se ganan la vida jugándose la vida en lugares donde una caída suele ser fatal y donde los familiares y amigos de los fallecidos consideran sepulcros los puentes y los rascacielos? Aunque solemos conocer la identidad de los arquitectos e ingenieros que están detrás de una edificación importante, los nombres de los trabajadores rara vez se mencionan en las crónicas o los archivos documentales referidos a puntos tan emblemáticos… … Igual que su predecesora, esta edición no pretende ser tanto una celebración del puente en sí como de los hombres que lo levantaron. Los mismos hombres que, dicho sea de paso, no fueron invitados a la ceremonia de inauguración organizada hace cincuenta años. Durante todo este tiempo he mantenido el contacto con muchos de ellos y este libro es una invitación a conocer a los que no fueron invitados.”
Y desde luego, que el objetivo que marca el maestro Talese se cumple a plena satisfacción a lo largo de un relato que mantiene todas las buenas características marca de la casa y que tantos caminos ha abierto en la buena literatura y el buen periodismo. Al fin y al cabo la misma cosa.
Gay Talese. El puente. Traducción de Antonio Lozano. Ed. Debolsillo, 2019. 208 páginas. 9,95€.