De Diego de Torres Villarroel uno había leído su “Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras”, que en la actualidad se resume en todas las ediciones en “Vida” y su “Correo del otro mundo y sacudimiento de mentecatos”, las tres obras editadas en dos libros dentro de la colección Letras Hispánicas de Cátedra. Ahora cae en mis manos un librito publicado por Edhasa en edición de Ramón Andrés que contiene 345 sentencias, aforismos y fragmentos de muy diversa índole extraídos de la obra del conocido en su tiempo como el Piscator de Salamanca. Su título: “A la cola del Mundo. Aforismos y pensamientos” (Edhasa, 2004).

Como resulta que buena parte de la obra de este epígono dieciochesco de Quevedo se encuentra dispersa en almanaques y pronósticos que le dieron celebridad en su tiempo, pero que le acercan más a Don Mariano Castillo y Ocsiero y su “Almanaque Zaragozano” que a cualquier otro autor y obra, la iniciativa de Edhasa y de Ramón Andrés de rescatar buena parte de sus ideas en estas breves pero sabrosas sentencias y pensamientos se agradece por el lector, al que le es imposible hoy día acceder al conjunto de su obra.

Fuera de las citadas “Vida” y “Correo del otro mundo”, son escasísimas y raras las ediciones de unas obras que son ante todo pasto de especialistas y lectores tan raros como el mismo personaje. Desde luego, no faltan en el mundo académico especialistas que desmenuzan la obra de este autor y que van desde los responsables de las ediciones citadas: Dámaso Chicharro, Manuel María Pérez López, Guy Mercadier, José Manuel Vallés o el mismo Ramón Andrés...

Lo bueno que tiene este breviario torresiano es que, de forma breve y sencilla y sin que el aparato crítico ciegue la visión del autor, nos presenta un estado de la cuestión de la obra de Torres Villarroel y puede ser el principio para ahondar en un hombre al que se considera el último autor barroco o el último pícaro. Como resulta que en su obra nunca oculta su admiración por Don Francisco de Quevedoni deja de utilizar en su “Vida” buena parte del tono que alimentó el género picaresco en el siglo anterior, es inevitable que cada vez que sale a relucir su nombre aparezca rodeado de tales nombres.

De casi veinte obras se han extraído estas sentencias y reflexiones, que se agrupan en siete apartados, de los cuales el dedicado al “yo” es quizás el que llega de una manera más directa al lector contemporáneo desde un escritor que no tiene empacho en definir su actividad literaria desde la crudeza de la sentencia. “No deseo que me aprecien, sino que me compren”, o “Dicen que Torres es un loco, pero compran su juicio”, o “Los más que celebran mis papeles son tan salvajes como el autor, y sólo aplauden los aficionados a panderos, castañuelas y cascabel gordo. La necesidad ha tenido mucha influencia en esta parte; porque yo estaba hambriento y desnudo, con que no se trataba de enseñar sino de comer para la decencia y el abrigo”.

La frase que da título al libro nos da también idea de este hombre, que en su vida ejerció de poeta, médico, catedrático de matemáticas, vendedor ambulante, torero, bailarín, astrólogo, teólogo, clérigo, adivino y que fue definido por Marañón como “famosísimo tunante”, “embaucador y mentiroso hasta el cinismo”, "escritor sin vergüenza” y “galopín de la calle”, haciéndole, como tantos otros, la mejor de las propagandas para ser leído por los lectores actuales: “¡Válgame Dios, cuánto tiempo hace que estoy sentado a la cola del mundo! La necesidad me araña, la pobreza me silba, la suerte me escupe, y el olvido me enmohece".

Del éxito de sus calendarios y pronósticos tuvo buena culpa en vida del autor su predicción de la muerte de Luis I en 1725. De su leyenda como adivino su pronóstico para el año 1790 de la Revolución Francesa con un solo año de error. De su vida de pícaro, aparte de su propia narración, episodios como la fundación del “Colegio del cuerno”, de clara estirpe quevediana dan idea de su persona.

“Cuando los mil contarás

con los trescientos doblados

y cincuenta duplicados

con los nueve dieces más,

entonces, tu lo verás,

mísera Francia, te espera

tu calamidad postrera

con tu rey y tu delfín,

y tendrá entonces su fin

tu mayor gloria primera".

En el número 204 se encuentra esta perla: “Ya he dicho que la fortuna y no el ingenio me puso en el oficio de escritor: antes era necio a puerta cerrada, la necesidad me hizo tonto solemne, ¿Qué hemos de hacer?”. Cambien escritor por político y admiren el resultado.

Diego de Torres Villarroel. A la cola del mundo. (Aforismos y pensamientos). Edición de Ramón Andrés. Ed. Edhasa, 2004. 144 páginas. Biblioteca Municipal José Hierro de Talavera de la Reina.