El anuncio de una nueva traducción de 'La marcha Radetzky' de Joseph Roth (Galitzia, 1894- París, 1939) en Alianza Editorial me hace recuperar la edición de Edhasa que hace años abandoné, no sé por qué. Leí las primeras páginas y luego la novela se me cayó de las manos. Otra vez compruebo que cada libro tiene su tiempo de lectura. Aquel debió ser alrededor del año dosmil; no debía ser mi tiempo para esta novela de un escritor del que había leído unas cuantas. En aquellos días me atraía mucho todo lo relacionado con aquella Mitteleuropa que desaparecería para siempre en los años treinta del siglo pasado. Joseph Roth, sin duda, era uno de esos escritores que mejor contaron lo que fue la Europa de aquel tiempo. Pero, ya digo, 'La Marcha Radetzky', anunciada como el mejor fresco histórico sobre la decadencia del Imperio en cabezado por la monarquía dual de Austria-Hungría de Francisco José, no consiguió atraparme. Ahora, todo lo contrario. Uno lee pocas novelas, aunque el año Galdós me esté empujando a la relectura y quizá me haya ayudado.
Lo mejor que tiene, para uno, la escritura de Joseph Roth es la continua ironía con que ve el mundo. Su origen judío, su escepticismo ante las sociedades perfectas y lo que esconden tras tanta perfección, su conocimiento de los recovecos mentales y sentimentales del alma humana son capaces de empujar cualquier relato, en este caso la historia de tres hombres de tres generaciones distintas que llenan los años de reinado de Francisco José I. La fortuna sonríe al primer Trotta cuando salva la vida del emperador en la batalla de Solferino y se convierte en el fundador de una dinastía noble que tendrá su continuación en la carrera de funcionario del hijo y la vuelta a los orígenes militares, a su pesar, del nieto. Tres vidas que le permiten reflexionar sobre un mundo que se desmorona y que hace que los protagonistas vivan entre la realidad y la necesidad de mantener una ficción continua contra ella.
¿Novela histórica? Más bien novela de personajes que viven su tiempo, se adaptan y se dejan arrastrar por ellos. Sin duda, el carácter del nieto del fundador, cuya muerte, como no podía ser de otra manera coincide con la del emperador, es el más logrado y el que mayor complejidad y desarrollo ocupa a lo largo de la narración.
Joseph Roth. La marcha Radetzki. Ed. Edhasa, 2000. 352 páginas.