Si alguien está pensando a estas alturas del confinamiento en leer o releer uno de esos novelones que marcan toda una vida de lecturas que lea Fortunata y Jacinta de don Benito Pérez Galdós. Sin duda una novela a la altura de las grandes creaciones de Tolstoi, Balzac, Dickens, Stendhal, Melville… o cualquiera de los grandes escritores de ese siglo. Aquí, don Benito escribió su obra maestra con un despliegue de personajes, situaciones, análisis psicológicos, panorámica social… y un tono cervantino digno de un genio.

Hay quien pone La Regenta de uno de sus grandes amigos, Leopoldo Alas, a la altura de Fortunata y Jacinta, pero uno, cada vez que la relee, lo ve cada vez más claro. La de Clarín es una gran novela, la de Galdós un monumento levantado a base de las mejores tradiciones de la novela que inauguró El Quijote. Aunque, Pérez Galdós no hubiera escrito una palabra más, esa obra vale por toda una vida literaria. ¡Qué gusto tendría uno si leyera ese libro por primera vez! ¡Qué envidia del lector que se ponga por vez primera a ello!

En estos últimos picotazos acá y allá de estos días uno tiene la tentación de copiar palabra a palabra páginas enteras como en la queStendhal, cuando dice aquello del espejo que se pasea a lo largo del camino, adjudica a cada ser humano su novela:

“ Y sale a relucir aquí la visita del Delfín al anciano servidor y amigo de su casa, porque si Juanito Santa Cruz no hubiera hecho aquella visita, esta historia no se habría escrito. Se hubiera escrito otra, eso si, porque por doquiera que el hombre vaya lleva consigo su novela; pero ésta no.”(Parte I, Cap. III, III)

También encuentra uno esas referencias al querido y santo garbanzo, al que se agarraron algunos para denigrar su escritura y que le valieran tan injustamente el apelativo de “garbancero”, de aquellos que querían quitarle mérito por aquel vicio tan español de la envidia, ante el indudable y repetido éxito de sus creaciones:

“Pero de lo que más provecho sacó la casa fue del ramo de capotes y uniformes para el Ejercito y la Milicia Nacional, no siendo tampoco despreciable el beneficio que obtuvo del artículo para capas, el abrigo propiamente español, que resiste a todas las modas de vestir, como el garbanzo resiste a todas las modas de comer.” (Parte I. Cap II. I)

Y qué decir de la ironía, la socarronería y el humor que recorre todas sus páginas, como cuando hablando de la prole de los Arnaiz dice:

“Al ver la estrecha casa, se daba uno a pensar que la ley de la impenetrabilidad de los cuerpos fue el pretexto que tomó la muerte para mermar aquel bíblico rebaño. Si los diecisiete chiquillos hubieran vivido, habría sido preciso ponerlos en los balcones como los tiestos o colgarlos en jaulas de macho perdiz. El garrotillo y la escarlatina fueron entresacando aquella mies apretada, y en 1870 no quedaban ya más que nueve.”(Parte I. Cap II. VI.)

Y si alguien, por cualquier causa, no se atreve a echarle el diente a esta historia de dos casadas, siempre puede gozar del sucedáneo de la serie dirigida por el maestro de las adaptaciones literarias que fue Mario Camus en la web de RTVE y que en estos días también se repone en la la 2 de TVE. El gran acierto de Camus fue escoger unos secundarios que como en la novela son el alma que anima a aquel Madrid prodigioso que sale de sus páginas. Pero una cosa no quita la otra.

La editorial Reino de Cordelia anunció para celebrar el centenario de la muerte de don Benito, una edición ilustrada que uno tiene la tentación de comprar. Casi sesenta pavos tienen la culpa. La biblioteca virtual Cervantes (cervantesvirtual.com) ofrece gratuitamente toda la obra de Pérez Galdós. No hay excusas.

Benito Pérez Galdós. Fortunata y Jacinta. Historia de dos casadas. Edición de María Robledano- Prólogo de José María Merino. Ilustraciones de Toño Benavides. Dos tomos en tapa dura con estuche. 1024 páginas. 59,60€