En el año 1912 Galdós escribe el último de sus Episodios Nacionales, Canóvas, el número cuarenta seis de los publicados desde que en el lejano 1873 escribiera los primeros fragmentos de Trafalgar en La Revista de España. Abarca el episodio desde el pronunciamiento del general Arsenio Martínez Campos en Sagunto en 1874, que abriría la puerta de entrada a España a Alfonso XII y la Restauración, hasta el año 1880, ya que la última referencia temporal es el nacimiento de la infanta María de las Mercedes el 11 de septiembre de aquel año. Son los primeros años de los gobiernos del gran artífice de la Restauración, don Antonio Cánovas del Castillo que tras la muerte de Alfonso XII, cinco años después sostendría el sistema mediante el turno pacifico alternante con don Práxedes Mateo Sagasta. Tras el sexenio revolucionario o democrático en el que la inestabilidad, las asonadas y las revoluciones, llegan los “tiempos bobos”.
En esta última serie que arranca con España sin rey y seguirá con los títulos de España trágica, Amadeo I, La I República y De Cartago a Sagunto, hasta llegar al título final, se produce un cambio radical en la forma y el fondo. Desde Amadeo I, que hace el número 41 hasta el final. Con Tito, Tito Liviano o Proteo Liviano como protagonista aparece un mundo de visiones y ensueños manejado por Mariclío o Tía Clío Mariana, ni más ni menos que la musa de la Historia, si no la Historia misma que asiste al buen protagonista perdido en el tiempo y en el espacio, muy lejos de esa concepción realista y apegada a los aconteceres históricos que han sido la constante en las series anteriores. Amadeo I, escrito en 1910, fue también el último que don Benito escribió con su propia mano, aunque no pudo terminarlo. Desde hacía cinco años escribía con lápiz desde que padeció una hemiplejia cinco años atrás y ahora, obligado por la pérdida de visión empezó a dictar a su secretario Nougués, según nos cuentan sus biógrafos.
Como ha dicho más de un crítico, Galdós “nos lleva por donde quiere, contándonos lo que le da la gana” de la mano de un Tito Liviano, sus “espasmos neuroimaginarios”, “sus aberraciones nerviosas y cerebrales”, su “traqueteo nervioso y epiléptico”, en un mundo muy alejado de aquellos primeros episodios en los que la Historia no era un personaje sino la vida misma.
Pedro Ortiz-Armengol en su Vida de Galdós dice: “Con Cánovas cerraba, sin saberlo, sus Episodios, y era una novela sabia, única, desesperanzada,una gran interrogación sobre el futuro, que ya no iba a conocer el autor… Aquí todos van a lo suyo; el que puede, engaña; se ven visiones mitológias en las calles más feas de Madrid; aves malignas sobre los cielos de la ciudad, a la intemperie que queda desamparada. ¿Cómo va a tratar una visión más alentadora el anciano ciego y arruinado, que estima ha de seguir escribiendo pro pane lucrando? Con todo ello, resulta gran novela la de Cánovas.”
Benito Pérez Galdós. Cánovas. Alianza Editorial,El libro de bolsillo. 1986. 184 páginas.