Recupero las dos novelas de Ödön von Horváth (Rijeka, Croacia, 1901-París, Francia, 1938) publicadas en la colección Austral en los años 2000 y 2002, traducidas y editadas por Berta Vias Mahou, ahora que la editorial Nórdica, que ya tenía una nueva traducción de 'Juventud sin Dios' (1937), sin duda la más famosa de sus obras, añade 'Un hijo de nuestro tiempo' (1938), que se acaba de editar también en este año. Una editorial que, como alguna de las nuevas editoriales, ha rescatado buena parte de la obra de algunos autores imprescindibles para conocer lo que fue Europa antes de la II Guerra Mundial.

Horváth, como Sweig, Roth, Mann, hombres que habían vivido el esplendor de aquel “Mundo de Ayer”, vio muy pronto la naturaleza del nazismo y las raíces del mal. Nacido en Fiume, la actual Rijeka croata, ciudad perteneciente entonces a Hungría dentro de la doble corona imperial, y que llegó a formar parte de aquella Italia antes de la II Guerra Mundial, siempre sería un hombre para el que las fronteras europeas solo podían significar una vuelta a los peores momentos de su historia. Como tantos otros, refugiado en la Viena que había representado el esplendor cultural, viviría la anexión y la llegada del nazismo como una catástrofe porque enseguida supo anticipar lo que vendría después.

En la contraportada del libro de la edición de Nórdica, se compara 'Juventud sin Dios' con 'La cinta blanca', la película de Peter Haneke, ambientada en una pequeña comunidad rural alemana antes de la I Guerra Mundial y en la que se analizaba el inquietante comportamiento de unos niños ante un suceso. Rascaba en el fondo que permitió años después que germinara la semilla del crimen organizado. En 'Juventud sin Dios', Horváthexpone lo que estaba sucediendo en las escuelas de Alemania a través de la narración de un profesor de Geografía e Historia y el comportamiento de sus alumnos adolescentes: “Que estos críos rechacen todo lo que para mí es sagrado no me parece tan grave. Lo que resulta más grave es cómo lo rechazan, sin conocerlo. Y lo peor de todo es que no quieren conocerlo de ningún modo. Para ellos, pensar es odioso. El ser humano les importa un pito. Quieren ser máquinas, tuercas, ruedas, pistones, correas… Pero más que una máquina les gustaría ser munición: bombas, proyectiles, granadas. ¡Cómo les gustaría estallar en un campo cualquiera! Ver su nombre en un monumento de guerra es el sueño de su pubertad. Pero ¡ojo! ¿No es acaso una gran virtud esa disposición al más alto sacrificio? Ciertamente cuando se trata de algo justo…¿Y aquí de qué se trata? Es legítimo lo que resulta útil para nuestra propia camarilla, viene a decir la radio. Lo que no es bueno para nosotros, es injusto. Por tanto, todo está permitido: el asesinato, el robo, el incendio provocado, el perjurio… Sí, no sólo está permitido, sino que no existe ningún delito si se comete en interés de nuestra camarilla. Y esto ¿qué es? El punto de vista del criminal…”.

Así, no es extraño que tanto 'Juventud sin Dios' como 'Un hombre de nuestro tiempo', la historia de un soldado que ha encontrado su destino en el ejercito (“Ahora de pronto mi existencia vuelve a tener sentido…”) tuvieran que ser publicadas en Amsterdam y fueran incluidas en la lista de libros dañinos e indeseables para el pueblo alemán.

Una buena ocasión para volver a leer a un gran escritor que siempre tuvo muy claro lo que cualquier nacionalismo significa.

Ödön von Horváth. Juventud sin Dios. Traducción de Isabel Hernández. Ed. Nórdica. 2020. 224 páginas. 18 €. Odon Von Horvath. Un hijo de nuestro tiempo. Traducción de Isabel Hernández. Ed. Nórdica. 2020. 168 páginas. 18 €.