Hening Mankell (Estocolmo, 1948, Gotemburgo, 2015) se hizo famoso por su serie de novelas protagonizada por el detective Kurt Wallander.Yo, después de leer Arenas movedizas, un libro autobiográfico en la que su lucha contra el cáncer sirve para vaciar su interior,he preferido comenzar a leerle en sus ficciones por un par de esas novelas que se clasifican en el apartado de otras novelas: El cerebro de Kennedy de 2005 y Zapatos italianos de 2006, dos de las últimas que publicó cuando ya repartía su tiempo entre Mozambique y Suecia. En ambos casos, aunque los temas y las tramas no sean estrictamente novelas del género policiaco, el misterio y el suspense concebido a la manera del maestro Hitchcock están presentes en ellas como uno de los motivos para no dejar de leerlas. Tiene la virtud de saber añadir a cada una de sus páginas esa pregunta para el lector de qué sucederá ahora que es la clave del suspense y de seguir leyendo.De Simenon se dice que sus novelas duras se apartan de la típica novela de género para ser otra cosa, pero el fondo que anima su escritura pocas veces deja de ser el mismo. De Hening Mankell uno se atreve a decir lo mismo.
Si me tengo que quedar con una de las dos, por verosimilitud, construcción de los personajes,de ambientes y descripción de situaciones, me quedo sin ninguna duda con Zapatos italianos, en la que todo aparece como natural y nada forzado y muy lejos de la conspiración universal en la que se convierte El cerebro de Kennedy. El médico jubilado quevive solitario en una isla de Suecia y al que se le viene de pronto el pasado le parece a uno mucho más creíble que el laberinto a caballo entre Suecia, Barcelona y Mozambique, con conspiración médica incluida, que es El cerebro de Kennedy. Además, la forma de resolver este última deja para uno mucho que desear y la sensación de que el propio autor al final no sabe cómo resolverla.
De todas maneras, este primer acercamiento a su obra no es una decepción. Su forma de escribir, de saber interesar al lector, de tirar de él hasta el final es algo que no está a la altura de cualquiera y ahí están los millones de lectores en todo el mundo para corroborarlo. Me da la sensación de un George Simenon actualizado y que no se conforma con que sus personajes vaguen un ambiente que les impregna y sin que sea necesario ese algo más que está detrás de su comportamiento.
Uno no se arrepiente, ni mucho menos de haber seguido el consejo de Pedro G. Cuartangoen su Elogio de la quietud, y haber leído a Mankell. Sabe ahora que alguno de sus libros del detective Kurt Wallander, sin haber leído ninguno aún, le aliviarán alguna tarde como muchas otras lo hizo Simenon y su Maigret.
Henning Mankell. El cerebro de Kennedy. Zapatos italianos. Traducciones de Carmen Montes Cano. Ed. Tusquets. 2006 y 2007.