El interés de estas tres pequeñas biografías de Hitler, Mussolini y Stalin radica en el momento en que fueron escritas. El prólogo está firmado en noviembre de 1939. La Alemania de Hitler apenas hacía dos meses que había invadido Polonia gracias al pacto entre Hitler y Stalin. Nadie podía prever cómo acabarían aquellos tres hombres que marcaban entonces el destino de Europa ni de lo que pasaría por las vidas de millones de personas en todo el mundo.
Emil Ludwig había nacido en 1881 en la entonces capital de Silesia integrada en el Imperio Alemán (hoy en Polonia) en una familia judía que había cambiado su apellido, Cohn, por el alemán Ludwig, algo que le sirvió de poco en el ambiente de antisemitismo que se viviría en los comienzos del siglo XX en Alemania. En 1932 obtuvo la nacionalidad suiza y allí moriría en 1948.
Sus mayores éxitos como escritor los alcanzó en el género de la biografía abordando personajes del pasado como Goethe, Bismarck, Jesucristo o Napoleón con un tratamiento, y en esto se acerca en buena manera a otro gran biógrafo como Stefan Zweig, en el que el carácter y el análisis de las motivaciones vitales de los personajes biografiados son más importantes que el cúmulo de datos históricos que hasta entonces se había impuesto en el género. Por eso sus biografías se leen con gusto todavía.
Emil Ludwig que tuvo una carrera paralela ligada al periodismo se había entrevistado con Stalin y con Mussolini, aunque nunca con Hitler, y los ejes de las biografías de los dos primeros, sobre todo la de Stalin, están marcados por esas entrevistas, que antes que el libro, fueron publicadas y hoy se pueden leer en internet. Su postura no puede ser más clara en cuanto a lo que suponían los tres personajes en aquel contexto histórico y en el prólogo dice: “De los dictadores de Europa conozco a dos por conversaciones, y al tercero por descripciones. Estoy en contra de los tres, porque los tres están contra la libertad. A pesar de ello, sus caracteres me cautivan, como a todo el mundo, precisamente hoy en que una parte de nuestro destino depende de ellos. Por eso he controlado de manera constante mis concepciones, y en algunos puntos concretos me separo en estos retratos de otros que antes tracé de los mismos hombres. Después de la guerra todo el encanto de la dictadura que se ha apoderado del mundo actual, como se apoderó del mundo de ayer el encanto de la música de Wagner, desaparecerá en un momento… en las páginas que siguen podrá verse cómo, en cuanto a sus fines, Stalin es más interesante que los otros dos; pero como personalidad lo es Mussolini en cambio. El lector podrá contrastar sus propias opiniones con la exposición que aquí hago. Una obra de esta naturaleza estimula tanto a la contradicción como al asentimiento. He agregado a Prusia, en calidad de un cuarto dictador, para arrojar a la discusión pública, cuanto antes, ciertas propuestas”.
Esas propuestas no son otras que buscar el origen, causas y consecuencias del militarismo alemán como elemento de fondo de la época.
Esta debió ser una de las primeras traducciones de Francisco Ayala en el exilio argentino.
Cualquier lector actual será capaz de contrastar esa foto fija de unos protagonistas de la historia del siglo XX con lo que después hemos sabido sobre ellos. Interesante ejercicio.
Emil Ludwig. Tres dictadores: Hitler, Mussolini y Stalin. Y un cuarto: Prusia. Traducción de Francisco Ayala. Editorial El Acantilado, 2011. 168 páginas. 16 €.