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La clave interna de Page en el nuevo PSOE

23 junio, 2017 00:00

Nadie lo duda. El PSOE nacido el 21 de mayo es un nuevo PSOE. Hunde sus raíces en el PSOE de Zapatero, pero nada tiene que ver con el de antes del 11-M del 2004. De ahí proviene la gran duda de Emiliano García-Page en la encrucijada actual. Por primera vez en su carrera política está en minoría en su partido y por primera vez no cree en el rumbo marcado por su secretario general. Además sabe que tiene difícil colocar el producto que ahora vende su marca de toda la vida en una región que tiene muy alejados los caladeros de votos de las coordenadas en las que navega Pedro Sánchez. Es verdad que Bono supo vender un mensaje propio que no coincidía al cien por cien con las directrices de Ferraz. Pero los tiempos son otros y el endurecimiento del mensaje que ha adoptado Sánchez se lleva mal con los matices y la gama de grises que tan jesuíticamente sabía pintar el de Salobre. Incluso el Pepe Bono de  su mejor momento y con su talento intacto lo tendría muy difícil por la potencia del no es no y la carrera emprendida por la podemización.

Y si en su propia casa Emiliano y la línea política que ha mantenido toda su vida, tienen todos los vientos en contra, fuera de ella depende de un aliado que ha demostrado con hechos lo poco fiable que es. Lo demostró aquella última semana de septiembre, cuando rompió el pacto ante la conjura que defenestró a Sánchez, y lo volvió a demostrar con la sorpresiva ruptura, sin previo aviso, en el pleno de los presupuestos. A la vista de los dos antecedentes y de la afición de Pablo Iglesias a introducir tensiones en el corral ajeno, en el camino hacia esa soñada oferta final que el PSOE no podrá rechazar, nadie podría asegurar tajantemente que no habrá elecciones en septiembre. Además, como ocurrió en septiembre, su negativa a aprobar los presupuestos de Page se la vendería a Sánchez como un favor contra uno de sus “baroncitos”.

Con ese horizonte, es lógico que Page dude. Depende de un partido en el que no cree y de un aliado del que no se fía. Y con uno y otro, lo único que por ahora puede hacer es tener paciencia y no pisar ninguna mina. La línea marcada por Sánchez, apuntada desde su primera visita a sus grupos parlamentarios en el Congreso y el Senado, sólo se quebrará con el dictamen contrario de las urnas, e incluso tampoco, vistos sus antecedentes.

Antes del 21 de mayo en el entorno de Page se decía que si ganaba Pedro Sánchez tendría que echar a todos los barones y si ganaba Susana tendrían que echar a la mitad de los militantes. Gano Sánchez y en esas estamos. ¿Tiene ganas Page de seguir luchando?