Peerse por no silbar
Ahora que anda uno enredado en la lectura de la completa edición que para Cátedra ha hecho Antonio Carreño de las cartas de Lope de Vega, me topo en la primera con su conocido juicio sobre Cervantes y el Quijote. La carta está dirigida “a un amigo de Valladolid” y está escrita el año 1604, un año antes de la aparición del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Aquí recuerdo la frase envenenada de Lope: “De poetas no digo: buen siglo es este. Muchos están en cierne para el año que viene pero ninguno hay tan malo como Cervantes ni tan necio que alabe a don Quijote”. Ya se sabe la enemistad literaria entre Lope y Cervantes que cegará el juicio del primero. Cosas de poetas, envidias y rivalidades de las que no se salvan los genios.
Pero además de ese sabroso y desatinado comentario del Fénix de los ingenios, la carta hace del Toledo de principios del XVII uno de esos retratos que uno lee una y otra vez sin cansarse y en el que queda reflejada la pasión que se desataba alrededor de los patios, casas o corrales de comedias. Ahí va una vez más: “Toledo está caro, pero famoso y camina con propios y estraños al paso que suele; las mujeres hablan; los hombres tratan; la justicia busca dineros; no la respetan como la entienden; representa Morales; silba la gente; unos caballeros están presos porque eran la causa desto. Pregonose en el patio que no pasase tal cosa y así, apretados los toledanos, por no silbar se peen, que para el alcalde mayor ha sido notable desacato, porque estaba ese día sentado en el patio”. Del “tratar” de los hombres nos advierte el editor que se refiere al trato carnal, y de Morales nos avisa que es el empresario teatral (autor en la época) Juan de Morales Medrano, marido de la célebre representanta Jusepa Vaca.
Y es que el ambiente de las representaciones de comedias y el juntar gente en los patios daba para que el ingenio de esos caballeros toledanos burlara las prohibiciones de los silbidos de las autoridades municipales a base de pedos y de pedorretas, que de todo habría en un suceso que acabaría con unos cuantos en la cárcel.
Y en estos días de lectura de Lope, cuando uno se entera del veto que el propio Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados ha puesto a la comparecencia en la Comisión de Estudios del problema territorial de los compañeros de partido José Bono, Alfonso Guerra y Juan Carlos Rodríguez Ibarra, le dan a uno ganas, si no de silbar, sí de hacer a Sánchez y a su fiel Margarita Robles una buena pedorreta. No está la cosa como para malgastar metano.