El PSOE de García-Page
Si algo ha quedado claro después de la entrevista de Luis Ángel Sanz a Emiliano García-Page en El Mundo de ayer es que el PSOE en el que cree el presidente de CLM es uno muy distinto al que gobierna Pedro Sánchez desde la calle de Ferraz. No hizo falta que el periodista entrara a preguntar sobre las discrepancias internas, como el nuevo reglamento que quita competencias al Comité Federal y a los barones territoriales, para que las diferencias salieran a la luz: la ocurrencia del gobierno de concentración de Iceta, España como Estado plurinacional o el derecho a estudiar y usar el español en todo el territorio nacional son tres temas de fondo que ponen al secretario general del PSOE en CLM a años luz de lo que, hoy por hoy, es la línea oficial de su propio partido. Emiliano es de otro PSOE muy distinto al de Pedro Sánchez. Y de poco vale que intente simular una unidad de acción recurriendo a decir que él no cuestionará ni al candidato ni los acuerdos congresuales, y a reafirmar que la verdadera unidad está en lo básico. Solo le ha faltado decir que las siglas de su partido son las mismas que las del de Sánchez. García-Page, buen discípulo de Bono, sabe como navegar en aguas revueltas. No ha hecho otra cosa toda la vida.
Pero además de lo sustancial de esa entrevista, que no es otra cosa que el alejamiento de los principios estratégicos que hoy se imponen a nivel nacional desde la dirección, también aparece el émulo de Bono, que nos promete, a la manera de su “Les voy a contar”, un relato de todo lo que ocurrió desde la repetición de las elecciones de 2016 al 1 de octubre de la defenestración de Sánchez: “Sería sorprendente conocer quién defendió en un primer momento la abstención para dejar gobernar a Rajoy y quiénes planteamos otra cosa diferente. Dentro de unos años lo contaré.”
Y los años en que a uno se le ocurre que García-Page lo contará serán aquellos en los que definitivamente Pedro Sánchez se haya pegado la tercera galleta electoral y la única apelación a la unidad que de verdad funciona en política, que es alcanzar el poder, se le haya escurrido de las manos.
Por fin, y en la más pura escuela “bonista”, es una verdadera perla la explicación que da a su pacto de gobierno con el Podemos de García Molina: “Pasamos de un pacto de investidura a un acuerdo presupuestario.” ¡A ver quien mejora el sofisma!
En las próximas elecciones se llevará a la cama a Ciudadanos y les contará que lo suyo es amor, aunque todos, desde Rivera abajo, sepan con certeza que es puro sexo.