El triple fracaso de Cospedal
Después de un mes de campaña interna en el PP, algunas cosas comienzan a estar meridianamente claras. María Dolores de Cospedal se tiró al ruedo después de conocer que el presidente de Galicia, Núñez Feijóo, no lo haría. Sus objetivos eran dos. El primero, llegar al congreso de julio como vencedora entre las bases, o al menos en disposición de disputar la Presidencia del partido a cualquier otro candidato. El segundo, cerrar cualquier posibilidad a que su enemiga íntima, Soraya Sáenz de Santamaría, tuviera alguna posibilidad. No consiguió ni uno ni otro. Soraya encabeza la carrera ganando el voto directo de los afiliados y ella está fuera de juego. Doble fracaso sin paliativos. Sólo le queda jugar la baza de que sus compromisarios sigan sus instrucciones y vuelquen sus mandatos a favor del joven Pablo Casado, un mal menor desde la perspectiva de los que señalan a la ex vicepresidenta como la máxima responsable en el fracaso de Mariano Rajoy para acabar la legislatura.
Ayer mismo este papel digital, citando fuentes muy próximas a la expresidenta de Castilla-La Mancha, daba por hecha su decisión de abandonar la política y retomar su carrera profesional a través de un prestigioso despacho de abogados. En realidad parece que era una decisión aplazada por la renuncia de Núñez Feijóo a entrar en la carrera sucesoria y la necesidad de quitar de la circulación a Soraya. Ahora con los dos fracasos encima, como dos rejones de castigo, y la posibilidad incluso de un tercero el próximo veintiuno, la decisión no tiene marcha atrás. Gane Casado o gane Sáenz de Santamaría hará mutis por el foro. No se quedará pase lo que pase.
Pero su fracaso evidente será menor si consigue que Pablo Casado aúne ese veinticinco por ciento que teóricamente todavía ella controla. Y digo teóricamente, porque por mucho que se diga al final los congresos son impredecibles. Y si no que pregunten en la acera de enfrente lo que le ocurrió a Bono en el congreso del que salió vencedor un tal Zapatero. Imposible controlar al cien por cien a los compromisarios.
Está claro que en ese juego Soraya no se fía un pelo y trata de impedir que en el Congreso se enfrenten las dos candidaturas. Ofrece unidad a base de negociar la Secretaría General y los puestos que haga falta en la Ejecutiva. No quiere debates y quiere acuerdos por encima o por debajo de la mesa, algo que el sector de Casado, al que sin ningún disimulo se suman las hueste de Cospedal, rechaza de plano, porque están convencidos de sus cuentas. Y en esto habría que recordarle al joven Casado aquella célebre elección asegurada por el cien por cien de los académicos de la Lengua a Romanones y que acabó con el no menos célebre "¡joder, qué tropa!".
En dos semanas Cospedal puede haber sumado otra derrota más, o tener la satisfacción de haberse llevado por delante a quien considera una rémora y un peligro para el futuro del PP.