Lo peor de la demagogia populista que nos invade, al igual que el nacionalismo, es el efecto contagioso. El gran triunfo nacionalista es haber conseguido que el último rincón de España adopte el discurso del agravio y de la discriminación ante cualquier problema. El de los neopopulistas es similar en cuanto nadie, a izquierda, derecha y centro, se resiste a adoptar alguna de esas fórmulas mágicas que nos recetan cada día como remedio de nuestros males. El proteccionismo es una de esas soluciones, adoptadas en el mundo desde Trump a los enemigos de la Unión Europea. En España a izquierda y derecha, cuando proponen esos remedios a la mayoría se les olvida que ya hubo un periodo de la historia de España contemporánea marcada por el fracaso rotundo de esas medidas. Me refiero a esa utopía económica que el primer franquismo, entre la necesidad y el convencimiento impulsó y que conocemos con el nombre de autarquía: la pretensión de producir todo lo necesario interiormente y prescindir de lo que desde fuera nos pueda llegar.
Y viene esto a cuento del anuncio la semana pasada de la portavoz del Gobierno Municipal del Ayuntamiento sobre la intención de abrir un concurso restringido a los ceramistas de Talavera para realizar el bastón que en las Mondas se regala a los alcaldes de la comarca que acuden a la fiesta. Un anuncio que uno espera se haya quedado en eso, porque uno confía en que los servicios jurídicos de la corporación habrán advertido a don Jaime Ramos de que aquella Ley de Términos Municipales con la que los liberales de la II República pretendieron poner puertas al campo de la contratación de braceros rurales ya no está en vigor.
Pero es que además de la dudosa constitucionalidad de un concurso público en el que se discrimina a los ceramistas de Sartajada o de Puebla de Montalbán, por poner dos ejemplos, de lugares cercanos a Talavera, se cae en la contradicción de impulsar la declaración como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad a la cerámica de Talavera y de Puente del Arzobispo y a la vez negar la posibilidad de que los ceramistas de este lugar puedan trabajar para el Ayuntamiento de Talavera. Item más, parece poco ético y estético que los ceramistas de dos ciudades, hermanadas con Talavera por su cerámica, como Puebla de los Ángeles de Méjico y Faenza de Italia, queden apartadas por este brote neopopulista con el que el gobierno talaverano de PP y Cs se apunta a la ola del neopopulismo.
Ya sé que lo del bastón de Mondas, económicamente, supone lo mismo que los doscientos ochenta y tantos euros del viaje en Falcón del doctor Sánchez al Festival de Benicarló, pero el detalle es muy feo, y sobre todo, como la mayoría de las fórmulas mágicas, producirá el efecto contrario al pretendido. Mucho más cuando los ceramistas que todavía trabajan en Talavera tienen muy claro que sin la proyección de la cerámica fuera de ella es imposible mantenerla y que sin el mercado nacional e internacional no se es nada. Cerrarse en sí mismo no lleva a ninguna parte nada más que a la melancolía y el lamento. Seguro que también algún ceramista que no sea de Talavera sería capaz de enseñarnos algo.