Nadie duda de que el voto a VOX es un voto de derechas desencantado del marianismo del PP. El no molestar, el pretender estar siempre en el centro, el mover el tablero lo menos posible, ha llevado a muchos ciudadanos a reconocer en los mensajes contundentes de VOX un pensamiento que siempre estuvo latente pero que era políticamente incorrecto expresar. El votante de VOX, siempre habrá excepciones que provienen del otro extremo para confirmar la regla, procede del PP y en un alto porcentaje se plantea el voto como afirmación de lo que siempre pensó y nunca se atrevió a manifestar en público. Es un voto que sale de las tripas… Es lo que pide el cuerpo, dicen.
Otra buena parte de esos que ahora manifiestan su intención no ocultan que lo suyo es un voto de castigo a ese PP paralizado y acomplejado por una izquierda convertida en el referente moral indiscutible. Es un voto que se rebela y que reivindica sus valores sin complejos y que considera que ha llegado el tiempo de decir sin complejos lo que se piensa.
Como todos los movimientos que en los últimos tiempos han intentado remover el panorama político a izquierda y derecha su aspiración es sustituir a los partidos que consideran viejos y fuera de la realidad. Todos ellos están impregnados de esa demagogia de soluciones simples que ahora llamamos populismo. Desde Podemos a VOX, pasando por Ciudadanos, todos ellos aspiran a abrir un nuevo sistema con mayor o menor profundidad en los cambios y desde luego a sustituir a los viejos referentes.
Según el estudio realizado por la dirección del PP y que la mayoría de los medios reproducían ayer, en veintiocho provincias, que son aquellas en las que se eligen menos de seis diputados y que suponen ciento tres escaños, votar a VOX será votar al PSOE de Pedro Sánchez, simplemente, porque ese voto de derechas se perderá merced a la aplicación correctiva de la ley D´Hondt y la limitación impuesta por la circunscripción provincial.
En nuestra región, solo en Toledo se eligen seis diputados y será necesario un 17% de los votos para conseguir un escaño; en Cuenca y Guadalajara harán falta un 33% de votos; en Albacete un 25% y en Ciudad Real un 20%, unos porcentajes difíciles de alcanzar por un partido que prácticamente hace su presentación en estas elecciones. Si el cálculo se aplica a las elecciones autonómicas, aunque bajan los porcentajes, también se mueven en una horquilla muy alta, y en las principales ciudades de la región se calcula que cada concejal que obtenga VOX será a costa de dos concejales del PP.
En fin, con esos cálculos, está claro cuál va a ser el principal argumento que utilizará el PP de Pablo Casado para contrarrestar un peligro, que como le ocurrió al PSOE de Sánchez en las últimas elecciones provenía de su mismo caladero. Sánchez, contra el criterio de muchos, se podemizó y da toda la impresión de que ha salvado los muebles. Lo de Casado con Abascal está por ver. No le extraña a uno que haya tantas dudas y tantas encuestas que se contradicen.