De lo que no se puede hablar…
Fue todo uno. Habló uno bien de Suárez Illana, por aquello de la discreta y elegante forma con que había gestionado el legado de concordia y libertad de su padre a partir de una foto, y le faltó tiempo casi en el mismo día para quitarle a uno la razón. La culpa la tuvo el aborto, los neandertales y el sistema de salud de Nueva York; de manera que Adolfo, por no saber callar, y uno por elogiar por una vez a un político al que suponía con la cartilla aprendida, acabamos recibiendo palos de propios y ajenos.
Una persona a quien quiero y respeto, porque siempre cuando me critica lo hace con cariño y respeto, me decía en un mensaje que reproduzco: Suárez Illana, a mi juicio, después de lo de hoy, sigue sin haber aprendido. A mí entender, nunca estuvo “preparao”. No vale y, además, sigue dando imagen de “estirao”. Es, en mi opinión, un “metepatas” consumado que no ha trabajado en su vida, fiel reflejo de la cultura de los dos partidos. Es lo que pienso querido Pedro, y por eso te lo digo. ¡Qué Dios nos coja “confesados!”.
Y uno no tiene otra que darle la razón y quedar con él para tomar unas copas. Y es que ya lo decía Baltasar Gracián, mi jesuita de cabecera, sobre la necesidad de administrar los silencios guardando las fiestas de guardar y la prosa en casa; y así lo ha practicado Su Santidad el Papa Francisco esta semana en la célebre entrevista con Évole, cuando guardó silencio ante la exhumación del cadáver de Franco, aunque luego le pudiera la incontinencia verbal, delante de los periodistas en un avión, para decir que vendría a España cuando haya paz, como si de un Gironella cualquiera se tratara, y quisiera poner uno de esos títulos de 'best seller' que tanto se llevaban en el post franquismo, antes de la Santa Transición de la que ahora, como buen demagogo argentino, y como si se hubiera afiliado a Podemos, también reniega: “Ha estallado la paz”, “La paz empieza nunca”. De lo que resulta que, incluso hasta el más consumado lector del “Oráculo manual y arte de prudencia”, mete la pata alguna vez.
Y como antídoto a la incontinencia verbal, a la impertinencia y a lo inapropiado y extempóraneo del bailón Iceta, del Papa y de Suárez Illana, están los silencios del doctor Sánchez, que siguiendo el guión de su “gurú” del Ministerio de la Verdad , en las 110 medidas de su programa de gobierno, no habla de Cataluña, ni de economía, y, en lo que toca a CLM, ni del Tajo y su trasvase, ni del ATC. “Nene, caca” era uno de esos lemas que repetía semana tras semana La Codorniz ante la censura. “Eso no se toca”.
Y en esto tenía toda la razón ese raro Ludwig Wittgenstein cuando, por una vez, fue tan claro en su célebre y repetido aforismo: “Todo aquello que puede ser dicho, puede decirse con claridad: y de lo que no se puede hablar, mejor es callarse". Me aplico el cuento el primero y ustedes perdonen.