Dos Universidades murcianas, por supuesto, han llegado a la conclusión, tras sesudos y muy científicos estudios apoyados por no sé cuantos organismos internacionales dedicados a las consecuencias del cambio climático, que en el año dos mil setenta el trasvase Tajo-Segura será imposible. Así que la cosa del trasvase, si hay que dejarla en manos en manos del clima, de los climatólogos y de los especialistas en cambio climático, como aquellos asuntos que se resolvían solos en la mesa del despacho de Franco y de Rajoy, con el paso del tiempo, va para largo. Uno entiende que todos estos profesores hablan del agotamiento de la cabecera del Tajo y de la imposibilidad material del trasvase de sus aguas y no de todos los otros factores y condicionantes que desde el primer momento de su puesta en funcionamiento han pesado mucho más, que los puramente hídricos. Solo el nacimiento del trasvase dentro del franquismo, lo hizo posible y solo también la democracia y el desarrollo autonómico hizo imposible la marcha atrás
Uno no ha ocultado jamás su vocación trasvasista. A mí nunca me pareció que los planes de riego y escuela, de Joaquín Costa, o la planificación de Lorenzo Pardo durante la II República en los que luego se inspirarían los planes hidrológicos de Franco, sean reaccionarios. En el reparto de un bien que es de todos los españoles lo que hay es solidaridad y justicia. Eso sí, uno es trasvasista con transferencias de agua que se hacen desde la cuenca donde sobra y que se dirigen adonde falta, y donde siempre la cuenca cedente tiene garantizada su prioridad en el uso. El trasvase Tajo-Segura, sólo sería sostenible hoy día y dentro de cincuenta años con un Plan Hidrológico Nacional en el que las aguas de todas las cuencas de la Península Ibérica, jugaran con el mismo reglamento y disponibilidad, y eso en la España de los diecisiete miniestados federados del siglo XXI, y con dos de esos estados en perpetua rebeldía es una utopía. Con esas reglas, en las que unos siempre ganan, uno no quiere jugar y visto que no hay otra alternativa en el horizonte, la única solución es la derogación, o al menos la limitación de las consecuencias negativas en el Tajo medio, que con las últimas tres sentencias del Tribunal Supremo en las que se obliga a garantizar los caudales ecológicos (un concepto que habrá también que aclarar y cuantificar en los tribunales) está más cerca.
Lo de estos profesores y sus estudios le suena a uno a aquello de dentro de cien años todos calvos. Y es que el que no se consuela es porque no quiere. El otro día murió Doris Day y la mayoría de los tíos de aquella generación quería ser Rock Hudson en Pijama para dos. Rock, sin embargo, hubiera preferido acostarse con James Dean.