La mayoría absoluta de Emiliano García-Page devuelve al PSOE a la senda de Bono. Es verdad que los tiempos han cambiado y nada es como era, porque ni el PSOE de Sánchez es el de Felipe González, ni España es la de hace veinte años. Sin embargo, si miramos a la forma en la que Bono mantenía su línea de gobierno, mirando siempre a los caladeros de votos de la derecha, hay muchas cosas que nos hacen pensar en una vuelta a aquellos tiempos. Aquellos enfrentamientos de Bono con los gobiernos de su propio partido, como en el caso Cabañeros o con las Hoces del Cabriel, siempre le parecieron a uno algo que tenía más de pose que de enfrentamiento verdadero. Ahora, los choques de García-Page con la línea que se marca desde Ferraz tiene un calado ideológico que no existía entonces. El PSOE que propugna Emiliano, demostrado en su práctica de gobierno durante los últimos cuatro años, poco tiene que ver con eso que llamamos sanchismo.

Emiliano García-Page consigue una mayoría absoluta, una rareza en estos tiempos que corren por España, con la fórmula típica de la socialdemocracia clásica que parece olvidada en la dirección de su propio partido, y eso con el lastre de haber tenido en su gobierno a dos consejeros de Podemos, a los que ha liquidado a base de darles la responsabilidad de gobernar. Nunca olvidó que debía gobernar para obtener la mayoría que no tuvo, y siempre tuvo claro que con el radicalismo y el populismo como bandera lo único que se consigue es estrechar su espectro de votantes.

La gran equivocación de Cospedal al administrar su mayoría fue no aprovechar el momento para liquidar tantos organismos inútiles y empresas públicas y meter la tijera en los tres sectores, la educación, la sanidad y el bienestar social, en los que tenía que haber hecho cualquier cosa, antes que lo que hizo. Emiliano, con el discurso de la reconstrucción y una gestión moderada, intentando cumplir los números que imponía Bruselas, demostró que eso era posible. Todo lo demás fue simplemente buscar el centro y aplicar el sentido común. Ni los que venían a asaltar los cielos, ni los que no encontraron argumentos creíbles para hacer una verdadera oposición.

Además la cercanía de las elecciones generales de hace un mes, resalta aún más esta victoria incontestable de García-Page. Me temo que para que el centro derecha vuelva a gobernar en Castilla-La Mancha, Emiliano tiene que cansarse de ser presidente. Ya digo, en la senda de Bono. Las cosas vuelven a su ser.