Lo de Emiliano García-Page con el debate de investidura es uno de esos partidos que don Helenio Herrera decía ganar sin bajarse del autobús. Paco Núñez lo tiene difícil. Emiliano se lo ha puesto muy difícil, por no decir imposible, con la técnica del achique de espacios de aquel Milán de Arrigo Sacchi, que ahogaba al adversario y le dejaba sin campo. Está claro que ha ocupado el lugar central de los tiempos de Bono y cualquiera que venga a disputarle ese sitio lo tiene muy crudo, porque es lo que ha buscado en los cuatro años, en los que lo fácil hubiera sido dejarse llevar por la radicalidad de sus socios de gobierno. Emiliano no perdió los nervios ni en los momentos más críticos, se llevó al huerto a Molina III, y todo el molinismo gestual se quedó en “humo y tierra quemada”, que diría el entrañable camarada David Llorente. Emiliano ha vuelto al lugar que siempre ocupó Pepe Bono y así no hay quien juegue.

Como se esperaba, el discurso del presidente ha sido el del funcionario que se siente con la plaza en propiedad después de haber ganado unas oposiciones. Ofrece consensos que ni a izquierda ni a derecha le pueden negar. Y lo de la izquierda es por redondear la frase y no porque exista algo que se le parezca en la región. El PSOE de García-Page es la única izquierda en la región, y el único consuelo para Paco Núñez es que Ciudadanos con sus pactos del dos y dos no le disputará el título de consejero de la leal oposición. Los consensos de Page, con el agua, las infraestructuras, la reforma del Estatuto de Autonomía y de la Ley Electoral son el achique de Sacchi y no hay forma de sacar el balón jugado y con iniciativa propia. Si le atacas malo y si te rindes y le abrazas también. Imposible y desesperante. No le extraña a uno que desde las filas propias empiece a haber ruido de sables.

Lo de estos días era lo que se esperaba, simplemente porque cualquiera sabía que Emiliano no se iba a volver loco sacando de la chistera un puñado de esas propuestas populistas que tanto se han llevado en los últimos años. Lo suyo es lo de Bono y aquellos caladeros de votos mayoritarios de la derecha. De ello se ha ufanado en el debate. Hasta el último de la fila en esto del análisis electoral, y sin necesidad de llamarse Félix Tezanos, sabe que los votos de esta mayoría absoluta, provienen de tierra, mar y aire. Como es lógico Emiliano el primero. Y ahí están los resultados con él plantado en el campo y el equipo contrario sometido y reducido a jugar al ritmo que le marcan. ¡Así no hay manera!