A principios de abril Burgos se trasladará a Toledo. La capital de Castilla la Vieja vendrá a la capital histórica de Castilla La Nueva, como vinieron muchos de sus habitantes a habitar las tierras más allá del Tajo. 'Orígenes de Castilla' se llama la muestra que promueve la Fundación del VIII centenario de la catedral de Burgos y que coincidirá con la celebración en Toledo del centenario de Alfonso X El Sabio. A Toledo vendrán, entre otros, los descubrimientos del yacimiento de Atapuerca que han revolucionado el conocimiento de la Humanidad prehistórica, un facsímil del Cantar de Mio Cid (imposible sacar el original de la Biblioteca Nacional) y una de las pocas Biblias salidas de la imprenta de Gutenberg. Doscientas treinta y seis piezas que cuentan el origen de la vieja Castilla y nos cuentan a todos los orígenes de ese concepto, “discutido y discutible”, de la nación española. Dos alcaldes sin prejuicios ideológicos ni históricos lo han hecho posible. Ojalá el ejemplo se multiplicara entre ciudades y regiones en estos tiempos en los que el particularismo, el hecho diferencial y, en definitiva, el coronavirus nacionalista infecta hasta el último rincón de la Península.
Lo que se lleva es promover las diferencias, marcar fronteras y cerrar la mirada hacia el propio territorio. Y si para ello es necesario manipular la Historia y promover la subjetividad de la memoria, mucho mejor. Orígenes de Castilla son los orígenes de España, porque desde el Duero a Gibraltar los castellanos viejos crearon la nueva Castilla sin fronteras abierta al Atlántico y al Mediterráneo. Toledo y Burgos son ciudades que crecieron con los mismos anhelos de repoblación, levantaron las mismas catedrales e impulsaron lo que luego fue España.
En los tiempos que corren es difícil unir regiones, ciudades y territorios porque el viento, muy a pesar de los sueñan con una Europa unida y un mundo sin fronteras, sopla en contra. Por eso, esas iniciativas en las que se recupera la Historia, los valores comunes y las grandes miras por encima de las bardas del corral propio son importantes; yo diría que imprescindibles si queremos recuperar algo que nunca se debió perder, que son los objetivos comunes. Y el Cid, Alfonso X, las Castillas que ensanchaban y derribaban fronteras y construían catedrales son patrimonio común que nunca debemos perder. Ya sé que a muchos este discurso le sonará a hueco, a retórica de otros tiempos, a fanfarria sin sentido. Pero sin Historia común cada día somos más débiles y vulnerables. Todos, hasta los que se sienten superiores en sus fronteras.