Álvaro Gutierrez es el alcalde de Escalona. También es el presidente de la Diputación de Toledo. Uno tiene la imagen de un tipo que lleva muchos años en política, equilibrado, moderado y que siempre mide sus palabras. La semana pasada no. Nunca le había visto así ante un micrófono. Estaba que echaba las muelas cuando apareció en la televisión regional denunciando lo que pasaba en su pueblo: una población de siete mil residentes habituales, que doblaba sus habitantes desde que se declaró el estado de alarma. Hablaba de irresponsabilidad, de “diez mil personas que no deberían estar aquí”, de cuarenta toneladas de basura recogidas, más que en todo el mes de febrero, de colas de una hora en los supermercados… En fin, Escalona convertida en el peor ejemplo de la estampida de madrileños que se empezó a producir en cuanto el gobierno de la Comunidad de Madrid decidió cerrar los colegios, incluida la Universidad, y se produjo el primer movimiento de huída. No es extraño que medios nacionales como El País pusieran a Escalona como el peor ejemplo de la Castilla-La Mancha que aparece en los primeros puestos de afectados y muertos por el coronavirus. En la otra Castilla, dos fotografías de una calle de Navas del Marqués en Ávila ilustraba de forma elocuente la gran huída.
El alcalde de Escalona echaba cuentas: “tres mil quinientos empadronados, otros tres mil quinientos no empadronados pero que viven habitualmente… pero es que ahora estamos como en agosto, con una población de quince mil. Han venido con nocturnidad en su mayoría”.
El que conozca un poco la configuración urbana de ese municipio, no le extrañará tanto esas cifras. En Escalona, además del núcleo de población histórico, al lado del Alberche y alrededor del Castillo, existen nada menos que trece urbanizaciones residenciales legales, en su mayoría compuestas por unifamiliares, aunque no faltan otras tipologías como viviendas en línea, pareados… Eso sí, se pueden encontrar desde urbanizaciones que se pueden calificar de nivel medio alto, a lo que en algunos casos hoy sería imposible legalizar. Al lado de algunas de ellas no es extraño encontrar parcelas con construcciones precarias, caravanas o cualquier tipo de habitáculo que imaginarse pueda. Una variedad de gente atraída en muchos casos por precios baratos. Algunos de estos vecinos son el quebradero de cabeza, durante todo el año, de las autoridades con el alcalde a la cabeza y no precisamente por saltarse la orden de confinamiento.
Cuando pase todo, quizás tengamos, como el otro día decía el presidente Page, un buen mapa de cómo el virus se ha extendido en España y en la región. Habrá que estar atentos a casos como el de Escalona y sacar conclusiones.