El pintor Antonio López anda rebotado contra Albacete y su alcalde. Bueno, en realidad, el genio de Tomelloso se ha rebotado contra toda la sociedad albacetense y manchega. Por lo que se ve el alcalde,Vicente Casañ, ha ordenado la ocupación temporal de una sala del Museo de Albacete y a Antoñito López le resulta inaudito que todo Albacete no se haya levantado como un nuevo Fuenteovejuna contra la decisión de su alcalde.

La verdad es que vista así la noticia, la cosa no tiene ni un pase, porque uno piensa que para unas oficinas municipales cualquier sitio menos robar espacio a un museo.

A Antoñito López le habían prometido que algún día el Museo Municipal de Albacete se convertiría en el Museo del Realismo, y ahora cuando ha visto que en realidad lo que le han puesto es una oficina para cobrar las tasas del alcantarillado, del cementerio o apuntar a un despistado al Padrón Municipal, el hombre se ha mosqueado y ha hecho unas declaraciones a La Tribuna de Albacete que no tienen desperdicio. Ya se sabe que los genios casi siempre están en la luna pero de vez en cuando, en cuanto les tocan en alguna parte sensible, bajan del satélite, se dan un paseo por este planeta y casi nunca les gusta lo que ven, porque ya se sabe también que lo más fácil para un político en campaña y delante de un artista es prometer un museo de lo que sea, y luego pasa lo que pasa, que así están los pueblos llenos de museos que nadie visita y de alcaldes que se preguntan: –Y esto ¿qué es?

Lo políticamente correcto en este caso hubiera sido que Antoñito López hubiera cargado contra el alcalde de Albacete y contra todos los políticos, pero no. La culpa dice, la tiene la sociedad de Albacete, de La Mancha, de Tomelloso, del mundo mundial y de los medios de comunicación que en vez de levantar barricadas y reclamar el Museo del Realismo prefieren callarse y dar por buena la oficina del Padrón y Atención Ciudadana. El hombre anda decepcionado con todos y casi todo, y no es para menos, porque a lo mejor esperaba que en el tránsito a esa nueva normalidad de la era pospandémica, al “homo manchego” se le despertaría el instinto artístico, todos fuéramos justos y benéficos, como proclamaba la Constitución de Cádiz, y por fin, en vez de preocuparse del ERTE de su empresa, o de cómo no coger el dichoso bicho, se dedicaría a reivindicar el Museo del realismo de Antonio López. Pero no.

- “Yo me marché de Tomelloso, yo no puedo vivir en La Mancha”. Y mucho menos sin un museo en Albacete que lleve mi nombre, tendría que haber añadido.