Emiliano García-Page ha animado a su jefe Pedro Sánchez a aprovechar la cumbre con Portugal para relanzar el AVE Lisboa Madrid. Las buenas relaciones entre los dos jefes de gobierno en los asuntos de Europa propiciarían una nueva oportunidad, según Page. El plan de ferrocarriles europeos que se extiende hasta 2030, sería la base sobre la que se construiría una infraestructura que se ha negado a la comarca con la persistencia y el arraigo de los peores males endémicos.
Uno la verdad, como la mayoría de los habitantes de las tierras de Talavera, ve lo del ferrocarril, se llame AVE, tren de grandes prestaciones o simplemente tren de cercanías del área metropolitana de Madrid a la altura del siglo XXI con un escepticismo alimentado por dos décadas de frustraciones. El AVE a “toda leche” en 2010, del ingenuo o malvado alcalde Rivas, ha tenido mucho que ver con ese escepticismo, también el nulo empeño de todas las administraciones que se han sucedido en tener medianamente claro qué ferrocarril se quiere para Talavera.
Hay que reconocer el mérito de los cuatro gatos de la izquierda talaverana, de Izquierda Unida al batiburrillo conglomerado alrededor de Podemos, el que desde un principio reclamaron un ferrocarril simplemente digno y a la altura de los tiempos para dar solución de futuro a una Talavera estancada y sin saber por dónde tirar.
Cuando se habla hoy de un tren digno, simplemente se pide una doble vía electrificada que permita una circulación continua y fluida de los trenes, con material rodante a la misma altura. No hace falta un tren que vuele a trescientos, ni siquiera a doscientos por hora. Talavera necesita un tren que asegure al viajero a cualquier hora del día que en una hora estará en Madrid. No se pide más. Llámenlo lanzaderas, trenes bala, o trenes botijo. En una hora en cualquier estación de Madrid. Un tren que ponga al alcance de los trabajadores de a pie su puesto de trabajo a una hora de su casa. No se pide más. Una solución de una línea a la altura de los tiempos que pondría a Talavera integrada en el área metropolitana de Madrid.
Porque además, en estos veinte años ya se ha visto que las soluciones no pueden venir contando con Portugal y su supuesto interés por unir las dos capitales de la Península Ibérica. Los portugueses nunca han tenido ningún interés en desarrollar una malla de infraestructuras que la integren a Europa a través de España. La historia también es tozuda, y ahora mismo, fuera de los fondos postpandemia europeos, España y Portugal siguen mirándose por la espalda.
La solución del ferrocarril de Talavera no pasa hoy día ni por Lisboa, ni por Antonio Costa.