Almagro sin público
Hay que agradecer el esfuerzo de la organización del Festival Clásico de Almagro por mantener una edición que muchos veíamos en el aire. Era una obligación moral con las gentes del teatro, como lo es el esfuerzo del festival de Mérida o el de tantos festivales veraniegos de teatro, que decidieron ir hacia adelante contra viento y marea. El gremio del teatro lo agradece, porque los vientos duros que siempre soplan sin tregua en la vida del arte, arrecian ahora con verdadera furia. Resiste Almagro aunque sea sin público, lo más duro que le puede ocurrir a alguien que se sube encima de unas tablas para vivir otras vidas.
El teatro vive del público y de la vida que se intercambia entre el escenario y el patio de butacas, pero en tiempos difíciles, aunque sea triste y doloroso, como decía anteayer Puri Fariza, una de las componentes de Tramant Teatre que ha ganado el Festival Barroco Infantil con su Cartas del Quijote, no hay otra que resistir.
La edición infantil de este año se ha celebrado sin público, “on line”, y los protagonistas, a pesar del premio no podían disimular su tristeza. Teatro sin público, otra forma de fingir la vida que chorrea encima de un escenario en cuanto hay alguien dispuesto a tirar de aquel costal en el que, decía Cervantes, se encerraban todos los aparatos de un autor de comedias, o aquellos “cuatro bancos en cuadro y cuatro o seis tablas encima, con que se levantaba el suelo cuatro palmos…”, aquella “manta vieja, tirada con dos cordeles de una parte a otra, que hacía lo que llaman vestuario, detrás de la cual estaban los músicos, cantando sin guitarra un romance antiguo...”. Y como enseñaba Agustín de Rojas de Villandrando en El viaje entretenido, con un bululú dispuesto hay función porque: “El bululú es un representante solo, que camina a pie y pasa su camino, y entra en el pueblo, habla al cura y dícele que sabe una comedia y alguna loa: que junte al barbero y al sacristán y se la dirá porque le den alguna cosa para pasar adelante. Júntanse éstos y él súbese sobre un arca y va diciendo: “agora sale la dama”, y dice esto y esto; y va representando, y el cura pidiendo limosna en un sombrero, y junta cuatro o cinco cuartos, algún pedazo de pan y escudilla de caldo que le da el cura, y con esto sigue su estrella y prosigue su camina hasta que halla remedio…”.
Con poca cosa, es posible hacer teatro, sea bululú, ñaque, gangarilla, cambaleo, garnacha, farándula o la Compañía Nacional de Teatro Clásico con la Comédie Française al alimón. Con muy poca cosa, excepto, triste y desoladamente, sin público. Este año, no hay otra.