Si en algo está uno de acuerdo con la mayoría de los analistas políticos en los tiempos que corren es en el clima de encabronamiento generalizado que a izquierda y derecha se vive en España. Otra cosa es coincidir en el origen. García-Page, que es uno de los pocos dirigentes de la izquierda que parece hacer un esfuerzo por ocupar las posiciones de centro, desde las que se decía hace años, ahora lo duda uno, que se ganaban las elecciones, ha venido a decir que en España de política solo se habla desde las posiciones fanáticas y sectarias que antes eran exclusivas del fútbol.
Pero que uno firme el diagnóstico no quiere decir que también lo haga en las causas del mal. Y es que casi siempre en estas circunstancias hay que preguntarse quién sale beneficiado de ello y quién es el responsable de la situación. Yo no tengo dudas. El abandono de la vocación de ocupar el centro tiene la culpa y de ese abandono tampoco tengo ningún problema en señalar a una izquierda que abandonó la moderación a partir del 11-M del 2004 y que desde entonces no ha querido recuperarla.
Y en esto del abandono de la vocación de centro y de la radicalización lo fácil es echar la culpa a los dirigentes que son los que marcan la línea del partido y la acción del gobierno, pero en este caso, estoy convencido de que en la radicalización del PSOE han tenido tanto que ver las líneas políticas marcadas por Rodríguez Zapatero o Pedro Sánchez, como la radicalización de la militancia. Pedro Sánchez, si ha tenido alguna virtud es la de conocer el PSOE y resistir las brutales presiones que desde la dirección empujaban contra él. Supo leer el momento de fiebre populista que se vivía en España y aprovechó el cambio de modelo de partido para ganar unas primarias en contra de todo el que significaba algo en el PSOE. La militancia del PSOE es la que está radicalizada y podemizada y es la que ha empujado a su líder. Que nadie lo olvide. El PSOE cree que desde el centro no se ganan elecciones hoy y por eso rompe con la gran línea de moderación que mantuvo durante los primeros treinta años de democracia y reniega y dinamita La Transición.
Y a la radicalización de la izquierda ha seguido la consiguiente radicalización de una derecha que pretende desde el otro extremo contestar a la provocación. En el PSOE se frotan las manos con Vox y las mociones de censura de Abascal. Saben que mientras no se reunifique el centro derecha en España todo el monte será orégano para ellos, porque en el nacionalismo, sea radical o sea oportunista tendrá asegurada su mayoría frankenstein.
Por eso, en estos momentos en los que incluso en las redes sociales se constata que la gente no lee más allá de cinco líneas es muy recomendable leer a personas como el solanero Fernando del Rey, catedrático de Historia Política en la Universidad Complutense de Madrid: “La Transición es lo mejor en los últimos 300 años. Es impresionante que un país tan complejo como España se pusiera de acuerdo para construir la democracia”. Pues eso.