Se abre Madrid a pesar del ministro Illa y el uso de una ley que ahora el Tribunal Supremo de Madrid pone en su sitio: “La ley de Sanidad de 28 de mayo de 2003 de Cohesión y Calidad del Sistema Sanitario no contiene una habilitación legal para el establecimiento de medidas limitativas de derechos fundamentales”. El ministro de Sanidad y todo el gobierno estaba avisado. A la vista de las enseñanzas de marzo era necesario hacer una nueva ley que evitara recurrir al estado de alarma para limitar la movilidad de la población. Pero estamos en octubre y en el horizonte de las reformas programadas en las Cortes no hay nada que se le parezca. La prioridad legislativa es reformar la ley del aborto o impulsar la ley de memoria democrática. Eso sí, había que escenificar una guerra con una comunidad que se les atragantó en las últimas elecciones. El acoso de Ayuso era prioritario y el cómo fuese sanchesco está vez no funcionó.
Pero que nadie se mueva, que no se darán por vencido. Cada cifra de Madrid será analizada, destripada y vuelta a ser guisada en todas las televisiones, y como es costumbre de la casa, se pondrá en cuestión a los jueces del tribunal, como cada vez que una sentencia no es favorable a sus intereses.
Madrid se abre y apuesto cuatro contra uno que el fin de semana será un bombardeo televisivo para mostrarnos las carreteras de salida y los madrileños invadiendo los pueblos del entorno. Cada nuevo contagio después del puente se contabilizará en el debe de Ayuso y del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Apuesto también doble contra sencillo que las biografías de esos magistrados que han osado interpretar la ley en contra de los dictados del líder supremo, serán sacadas de paseo en los platós como si de una Belén Esteban o una Rociíto se tratara.
Con Madrid cerrado, en realidad solo a los viajes por placer o turismo, la evolución de la pandemia en la región ha sido prácticamente la misma. Los que trabajan o estudian de la región en Madrid, o viceversa, son la mayoría de los que forman esa movilidad de diario. Pero ahora habrá alguien a quien echarle la culpa, que es de lo que se trata desde que empezó la pandemia.
Aquellos tiempos de las canciones del Dúo Dinámico a las ocho, de buenos sentimientos y de solidaridad universal, han dejado paso a tiempos recios, de malas caras y de temor al vecino. La culpa siempre la tiene otro. Ocurre con los piojos y con los golpes con el coche. Madrid abierto y mentes cerradas.