En Tribaldos, un pueblecito de apenas un centenar de habitantes la provincia de Cuenca, ha aparecido un monolito metálico que parece sacado de "2001 una odisea del espacio", la película de Stanley Kubrick que marcó para siempre la historia de la ciencia ficción. Un monolito metálico de tres metros de altura, lleno de caracteres semejantes al hebreo y que aparece de un día para otro sobre un cerro sin que nadie sepa de dónde ha venido ni quien lo ha puesto, resulta algo que no sucede todos los días y lo primero siempre es hablar de misterio.
El mismo suceso, según ha leído uno, con monolitos semejantes, ha ocurrido en los últimos tiempos en lugares como los desiertos de Utha y California, Rumanía, Rusia, Países Bajos y Colombia. En España, hace unas pocas semanas, apareció uno en Ayllón (Segovia) aunque desapareció a los pocos días de la misma forma que había aparecido.
En Tribaldos no se toman el suceso a broma y como el que más y el que menos andan buscando el lado práctico del regalo. El objeto, nadie lo niega, tiene un atractivo indudable por sí mismo, al que se añade la historia que cuenta y ya se sabe que las mejores historias son aquellas en las que la imaginación del lector va siempre más allá que la del narrador. Desde el alcalde al último vecino piensan que el monolito podría atraer, gente, visitantes y vida al pueblo, aunque precisamente ahora, lo del turismo de masas no sea el ideal para nadie y mucho menos el del turismo friki que busca alienígenas por esos mundos.
En las novelas de misterio se buscaría el motivo de tal regalo, porque la verdad un monolito nunca estorba en casi ningún sitio, y si no que se lo digan a Napoleón y su obsesión por trasladar Egipto al centro de París siguiendo el ejemplo de los emperadores romanos. Pero en este caso, como de casi todo en esta vida, todo apunta a que tiene la culpa esa pasión tan humana y tan alejada de los ideales extraterrestres de los encuentros en la tercera fase de Spielberg, como es el dinero y el afán de notoriedad.
Un grupo de artistas bajo el nombre de "The most famous artista", radicado en Nuevo México, colgó unas fotos y unos comentarios en Instagram, para luego hacerlos desaparecer a la manera de sus monolitos. Cuarenta y cinco mil dólares es el precio de uno de estos monolitos alienígenas con certificado de autenticidad, que uno piensa será firmado por el alienígena jefe.
En Tribaldos se temen que el regalo desaparecerá, como desapareció en Ayllón, y el principal atractivo turístico del pueblo se esfumará en el horizonte como esos ovnis de toda la vida de Dios. Mientras tanto, al menos, con monolito misterioso en propiedad o volatilizado en cheque de cuarenta y cinco mil pavos, los habitantes de Tribaldos y el que suscribe hemos pasado el rato razonablemente, que no es poco.