Hay sitios en Castilla-La Mancha que parecen tener el cenizo encima. No hay manera de escuchar o leer una buena noticia, y cuando la hay enseguida nos enteramos de otra que amortigua el impacto positivo de aquella. Pasa con Talavera, con Puertollano y con Valdepeñas.
Desde hace años se ha convertido en una rutina que el comienzo de la vendimia en la comarca de Valdepeñas esté marcado por los desacuerdos entre viticultores y bodegas. La imagen de los tractores en pie de guerra contra los precios de la uva es algo que se repite campaña tras campaña. Bodegueros por un lado, productores por otro y en el medio un Consejo Regulador de la Denominación de origen incapaz de llevar la paz al sector y devorando a todo el que lo intenta. El último, Jesús Martín, un político acostumbrado a los navajazos de dentro y de fuera, alcalde de Valdepeñas una y otra vez, pero que está más que achuscarrado en su paso por un organismo en el que parece imposible que alguien imponga un poco de sensatez.
Todo el mundo sabe que el problema del vino en nuestra región es el de su colosal producción. Sobran viñas, aunque cualquiera también sabe que la alternativa para el desarrollo de otros cultivos es difícil. No es extraño que el viticultor, sea grande mediano o pequeño de las agrociudades manchegas como Tomelloso, Villarrobledo… o la misma Valdepeñas se sienta en un callejón sin salida, porque sabe que año tras año se repetirán las tensiones de cada vendimia y unos resultados económicos insostenibles. Decir que los grandes beneficiarios de los precios de la uva son las grandes bodegas es lo fácil, pero cualquiera que hurgue en la realidad de la Mancha y Valdepeñas sabe que la verdad no es tan rotunda como aparenta.
Pero si había una posibilidad de remontar la situación, pasaba por la producción de vinos de calidad a precios asequibles, capaces de hacer la competencia a otras denominaciones de origen que ya se ganaron un prestigio en el pasado y del que en muchos casos viven todavía. Esa batalla de la calidad y del prestigio, por muchos avances que se han hecho, y no hay que olvidar el apoyo institucional regional continuado en los últimos años, no está, ni mucho menos ganada. Nuestros vinos van avanzando en los mercados, pero aún hay muchas barreras y muchos prejuicios que derribar en todos los ámbitos. El último el consumidor final.
Y si con ese panorama incierto, sin ningún mercado definitivamente ganado, surge la noticia de la investigación por parte de la Audiencia Nacional a cuatro grandes bodegas de Valdepeñas por prácticas tan cuestionables como las que la denuncia de la Fiscalía expresa, apaga y vámonos. Y es que las malas noticias para las bodegas Félix Solís, García Carrión, Navarro López y Fernando Castro, son malas noticias para todos. Ya digo: no hay manera.