¡Vaya hombre! Otra mujer de Estado. Doña Teresa Ribera, vicepresidenta del Gobierno de progreso de don Pedro Sánchez, ha descubierto el Trasvase Tajo-Segura. Pero señora, ¿No habíamos quedado que el trasvase era un infraestructura franquista que no resistía el más mínimo análisis ecológico? Se ve que no porque de pronto la ministra de la transición ecológica ha descubierto que el trasvase es: “una infraestructura esencial que contribuye a la seguridad hídrica de nuestro país. No podemos prescindir del trasvase.” ¿Esto era la transición ecológica? ¿Y para esto hemos muerto un millón de hombres? Que diría, el mítico director de El Caso, el recordado daimileño Eugenio Suárez.
El gobierno de progreso ha descubierto el trasvase Tajo-Segura de la misma manera que el primer gobierno de Felipe González descubrió a la Guardia Civil, y cualquier día nos encontramos a la factoría de ficción Iván Redondo Pictures vendiéndonos el acueducto como manera de superar el revanchismo, la venganza y la apertura el tiempo del diálogo. En fin, que lo progresista es mantener el trasvase y olvidarse de aquellas desaladoras que vendió Zapatero cuando había que justificar la liquidación de un Plan Hidrológico Nacional en el que veían los nacionalistas catalanes la mayor amenaza para sus objetivos irrenunciables de desarticulación del territorio nacional. Ahora, como siempre que gobierna la izquierda, se da la vuelta a los argumentos, se meten en la cama con los culpables de su insomnio y se intenta conceder indultos a quien a todas luces ni se arrepiente ni desea la medida de gracia.
Es lógico que la gente esté decepcionada y organizaciones ciudadanas y culturales, como la Real Fundación Toledo, expresen su malestar ante otro engaño de esos de prometer hasta meter, que dice la vasca.
Y lo bueno es escuchar el estruendoso silencio del progresío que se tiraba de los pelos cuando desde la derecha se contemporizaba con la necesidad de buscar alternativas a una solución radical que arruinaría todo el Levante español. Lo más suave que se les gritaba era traidores, vendidos y murcianos. Pero ya se sabe cómo va esto, y lo de la liquidación del trasvase es un cuento que ya solo se puede utilizar electoralmente para dormir a los niños, siempre que no sean de los que en los pueblos ribereños sufren directamente esta peculiar transición ecológica de la ministra Ribera.
Uno la verdad, leyendo de nuevo lo de “infraestructura esencial que contribuye a la seguridad hídrica de nuestro país…”, no tiene otra que rendirse a la evidencia y reconocer que doña Teresa Ribera es en verdad una mujer de Estado. ¡Qué gente, don Eugenio!