En La Membrilla, que dice el Quijote, los padres de los niños de comunión se han visto en el dilema de escoger entre que sus hijos tomaran la primera comunión o disputaran un campeonato provincial de futbol. La disyuntiva le suena a uno como aquellos problemas morales que la casuística jesuítica se encargaba de resolver: o cancha y triunfo terrenal o iglesia, santidad y gloria celestial. El dilema no es poca cosa y habría que traer a don Pedro Calderón de la Barca y sus gatos Micifuz y Zapirón para dar gusto a todas las partes.
La Federación Provincial de Futbol de Ciudad Real se ha puesto muy en su sitio y le ha dicho a los padres que los horarios del futbol son intocables y me imagino que el cura titular de La Membrilla no ha entrado al trapo y ha dado por hecho que con las cosas de la fe y de la doctrina cristiana no se juega. Total, que uno no sabe cómo acabó el pleito, pero me temo que la inmensa mayoría de los padres escogería comunión por aquello de a ver quién suspende una fiesta o anula un restaurante con el achaque de que el niño se puede proclamar campeón provincial de futbol en la categoría de nueve años.
Y es que en los tiempos que corren desde hace años, en España y en el mundo, tener una promesa que apunte hacia el futbol profesional es uno de esos sueños que tienen los niños pero que muchos padres potencian con gusto, por aquello de que acabe sonando la flauta y el crío saque a la familia de apuros, como hace años, se soñaba con ser figura del toreo y se prometía a los deudos aquello de: "o te compro una casa o te visto de luto". Así que a uno no le extraña que a los padres de La Membrilla y de cualquier otro lugar de España, con hijos futbolistas, les entren las dudas existenciales y morales y se sientan como los ratones de la fábula y duden entre comunión y penalti y expulsión.
En realidad, el problema de comunión o futbol este fin de semana pasado no solo se ha dado en Membrilla en un grupo de padres de futuros campeones de futbol, sino que se ha extendido a toda España con la final de la Liga de Campeones de Europa, en un día en el que la BBC de bodas bautizos y comuniones imponía su programa familiar como corresponde a un mes de mayo que se precie. La televisión se convirtió en esas celebraciones en la protagonista de la fiesta por encima de bautizados, comulgantes y novios. Futbol y BBC. No hubo dilema moral. Problema resuelto. Todos contentos.