Cada día que pasa está más claro que el famoso decreto sobre ahorro de energía impuesto como un ucase zarista es una inmensa chapuza. Y eso que el Real Decreto tiene más artículos y palabras que muchas constituciones. Ochenta y tantas páginas con treinta de preámbulo para solo conseguir cabrear hasta a los propios. Díaz Ayuso fue la primera en decir lo que cualquier dueño de un establecimiento hostelero repite estos días a quien quiera oírlo. Los setecientos y pico asesores de la Moncloa han hecho un pan como unas hostias y hasta la fiel sanchista Milagros Tolón, la alcaldesa de Toledo, cree uno que muy a su pesar, ha tenido que aclarar que los monumentos de la ciudad no se apagarán, pese a los que el día anterior se revolvían contra la presidenta de la Comunidad de Madrid.
Y es que el toque de arrebato de Pedro Sánchez a su partido y a su gobierno para recuperar la iniciativa política se ha convertido en una inmensa chapuza. Todo por las prisas en demostrar que se hace algo para resolver unos problemas que se agrandan cada vez que tiran de BOE. Las prisas son siempre malas y se nota demasiado que se ha impuesto el como sea antes que hacer las cosas medianamente bien.
Todos coinciden en que si no quieres hablar con la oposición para sacar una ley que afecta a muchos miles de personas por lo menos cuenta con la opinión de los sectores que se verán más afectados. Gente que vive de un bar en el que un cliente huirá con un aire acondicionado por encima de los veinticinco grados. No hace falta ser un genio sino vivir el día a día de millones de gente corriente que encuentra en el bar o en el centro comercial lo que no tiene en casa, como hace setenta años se buscaba en el invierno el refugio de los cafés ante la ausencia generalizada de cualquier sistema de calefacción en las casas de las ciudades españolas.
No se enteran a pesar de esos setecientos asesores que les deberían avisar de cómo es la vida de la gente corriente, que en un bar con las condiciones de presunta refrigeración que pretenden imponer la gente se dará la vuelta y que tampoco paseará viendo escaparates por la galería de un centro comercial. Pero había prisas por demostrar que Sánchez vela por todos nosotros y tan claro el remedio que no necesita consultar nada más que consigo mismo.
Ayuso no está sola por mucho que desde la factoría de ficción de la Moncloa se haya querido montar un enfrentamiento con Feijóo. Que le pregunten al alcalde de Vigo y sus luces navideñas. Tienen perdido el norte y una de sus fieles se lo ha recordado: Toledo no se apaga.