La exposición que se acaba de inaugurar en la Casa Museo del Greco de Toledo forma parte de la conmemoración en toda España del centenario de la muerte del pintor valenciano universal Joaquín Sorolla en Cercedilla en el verano de 1923. Después de Toledo, la muestra pasará por Sevilla, Valladolid, La Coruña y Mallorca.
Bajo el título “Viajar para pintar. Sorolla en Toledo” se agrupan doce paisajes de Toledo, tres estudios sobre lienzo de tipos de Lagartera y varias postales. Una exposición mucho más modesta pero igualmente interesante -siempre que hay un gran artista lo que menos cuenta es la cantidad- que la exposición de 2009 en el Prado en la que, con motivo de la restauración de los paneles de la Hispanic Society, se exhibieron junto a una buena parte de su obra.
Joaquín Sorolla viajó innumerables veces a Toledo, un paisaje urbano que como ocurrió con otros muchos viajeros nacionales y extranjeros dejó una gran huella en toda su obra. Pero además, los tres lienzos con tipos de Lagartera nos vuelven a recordar un episodio de su vida en el que viajaría por toda España y que tendría en el toledano pueblo de Lagartera uno de sus hitos fundamentales.
En 1911, Archer Milton Huntington encargó a Sorolla la decoración de la biblioteca de la Hispanic Society of America de Nueva York. Un trabajo que le ocuparía en los años siguientes y que daría como resultado los catorce grandes paneles agrupados bajo el título de “Regiones de España”, aunque el autor prefiriera denominar la obra como “Visión de España”. Al fin y al cabo en esos paneles faltaban algunas regiones. También renunció a realizar una obra en la que los grandes cuadros se unieran todos entre sí. Una idea que está perfectamente expresada en el gran panel representativo de las dos Castillas bajo el título de “Castilla, la fiesta del pan” en la que se integran estos tipos lagarteranos, así como el paisaje toledano tan querido del pintor.
Todos los cronistas e historiadores locales han contado el trabajo de Joaquín Sorolla en los días pasados en Lagartera. Unos días en los que fue acompañado por un erudito y coleccionista de antigüedades y cerámica, vecino de Oropesa, de nombre Platón Páramo. A su vez, era amigo del gran ceramista talaverano Juan Ruiz de Luna, que recogería mediante una serie de fotografías al pintor trabajando en el pórtico de la iglesia de Lagartera y a los vecinos que le sirvieron como modelo. Sus tipos lagarteranos no solo pasaron a los paneles de la Hispanic Society sino que se integrarían a partir de entonces en su obra.
Sorolla vuelve a Toledo. Uno de sus paisajes preferidos. Enhorabuena a todos los que han hecho posible esta vuelta.