Coincidiendo con la celebración de las Santas Alfareras, Roberto Perea, presidente de la Federación de Artesanos de Castilla-La Mancha (Fracaman) y de la Asociación Provincial de Ceramistas de Toledo, ha reivindicado la aspiración de los ceramistas actuales a estar mejor representados con su producción, ya sea en el Museo Nacional de Cerámica Ruiz de Luna, o ya en un nuevo espacio expositivo en el que puedan mostrar por dónde soplan hoy los vientos de las producciones cerámicas, a la para que serviría como una promoción indispensable en su comercialización.
Por otra parte, Perea se refirió también a la necesidad de completar los fondos del museo con la obra de diferentes ceramistas del siglo XX y de la actualidad que merecerían estar presentes en las colecciones.
Uno de los grandes problemas del Museo Ruiz de Luna, como de la mayoría de los museos, es la falta de espacio expositivo, una limitación material que se debería tener en cuenta para la planificación de los próximos años y la integración de la obra de muchos de esos reconocidos artistas, la mayoría de ellos desaparecidos, que sin ninguna duda merecen su presencia en las colecciones de museo; algo que quedo en evidencia hace unos meses con la exposición de la magnífica colección de mi amigo y paisano Arsenio Martín del Pino.
Otro de los problemas de los museos como el Ruiz de Luna, que pretenden ser representativos de un arte como la cerámica, es poner límites, tanto temporales como otros criterios, siempre más subjetivos y casi siempre polémicos, a obras y artistas, aunque quizá no sería difícil en este caso para los especialistas escoger nombres y límites temporales.
Así se podría intentar una extensión o ampliación del museo, ya que es muy difícil su ampliación natural, en otro lugar con obras de ceramistas del siglo XX ya desaparecidos y a la vez conformar un espacio expositivo de promoción para los talleres y artistas actuales. La cosa no es fácil, aunque no creo que nadie pueda renunciar y dejar presentes los objetivos que Perea, en nombre de los ceramistas, ha puesto sobre la mesa: completar la visión de la cerámica con los artistas y talleres que acompañaron el renacer cerámico a Ruiz de Luna y, que sin ninguna duda merecen estar representados en el museo, e impulsar la promoción de la cerámica actual.
La fórmula habrá que pensarla y consensuarla, pero esos dos objetivos no deben faltar en la planificación del Museo y la promoción de la cerámica en los próximos años. Aquí, todo el mundo debería de estar de acuerdo por encima de partidos y banderías.