Seguro que tanto la corporación saliente como la entrante tienen argumentos para defender la situación de empantanamiento veraniego que con estupor observan los ciudadanos de Talavera desde hace meses, una obra que desde el principio estuvo acompañada de malos augurios.
Los ediles salientes dirán que había que aprovechar los fondos europeos para realizar una actuación integral que sirviera para al menos dos generaciones de talaveranos. Los entrantes, con toda razón también, dirán que fallaron las previsiones, los planes de trabajo y, en definitiva, una gestión que tiene empantanada o bloqueada, siguiendo la dinámica política, al emblemático parque talaverano. Ahora, como tras una derrota en un partido de futbol, todos tienen la razón y todos tienen argumentos para contraatacar y echar la culpa a cualquiera, sin que nunca falten razones y estacazos.
Uno, como muchos de los vecinos y visitantes de Talavera, se dio cuenta de que la cosa no marchaba cuando a tres meses de las elecciones el parque seguía desbaratado y nos metimos en plena campaña electoral en la misma situación. La cosa era grave, porque lo último que desearía un alcalde de una ciudad como Talavera era presentarse ante la decisión de sus ciudadanos con los jardines del Prado cerrado, y si el parque no se había abierto por aquellas fechas, por lo civil o por lo criminal, la cosa pintaba mal.
Pero lo que hace que uno no sea precisamente optimista en cuanto a la apertura del parque es ver cómo desde la nueva corporación no se transmite ni mucho menos un mensaje de optimismo. Nadie se atreve a poner fecha a la finalización de las obras y nadie explica lo que falta, lo que se ha pagado y lo que se debe a la empresa adjudicataria para que esta situación de empantanamiento se prolongue sin que se atisbe un horizonte optimista.
Uno, que no acierta casi nunca en esto de las previsiones electorales, se llevó una sorpresa cuando los resultados del 28 de mayo llevaron a la pérdida de la alcaldía de Tita García, porque los de enfrente sumaron para constituir una mayoría. Sinceramente, estaba convencido de que, después de haber traído a la Talavera a la empresa Meta y la continua atención que Emiliano García-Page ha tenido con ella y con la ciudad, el optimismo del amigo y colega José Julián Gregorio me parecía simplemente cosa de la pose política, optimista, esperanzada y de futuro que se pide a un aspirante a ganar unas elecciones.
Hoy, con el Prado tan empantanado como hace tres meses y en todos los ámbitos, ante todo el interno, se buscan las razones de las victorias, pero sobre todos de las derrotas, no son pocos los que piensan que el Prado cerrado, impidiendo el continuo y tradicional paseo de miles de talaveranos para llegar, como toda la vida se ha hecho, a la basílica de la Virgen del Prado, tiene mucho que ver con la sorpresa de las municipales de mayo.