Siempre digo que yo en el periodismo estoy como Pilatos en el credo, algo que no deja de ser una "boutade" con la que hacer sonreír a los amigos y pedir perdón a los que con toda razón le consideran a uno un advenedizo. En realidad, si escribo en los periódicos de forma regular desde el año noventa del siglo pasado, la culpa la tienen dos de los protagonistas de la aventura periodística que hoy uno de febrero cumple dieciocho años.

El primer responsable de que mi firma esté aquí en este papel digital es el amigo César García Serrano, que me fichó cuando dirigía la edición del ABC en Toledo con el simple argumento de él estaba convencido de que lo haría bien. Nunca antes había escrito en los periódicos y ahí empezó todo. César y yo nos habíamos conocido cursando todavía el bachillerato, habíamos compartido aficiones teatrales y el único mérito que puedo alegar para tener mi columna en el ABC de César y Ansón es haber sido su amigo.

En la redacción de ABC en Talavera tuve la suerte de encontrar a Eusebio Cedena Gallardo, un periodista joven que empezaba a dar sus primeros pasos profesionales y con el que desde entonces no he dado un solo paso en la escritura en los periódicos sin tenerle incondicionalmente al lado. Allí en esa redacción tuve la suerte de trabar otra gran amistad con el inolvidable Gustavo Adolfo Muñoz Gil, otro periodista de raza con quien tanto reímos, bebimos y vivimos.

He tenido la suerte de estar en el lado amable del periodismo, porque desgraciadamente a lo largo de estos años también he vivido de cerca muchas veces como se degradaban las condiciones profesionales de muchos periodistas y se cerraba el horizonte vital con la revolución de la información que hemos vivido todos, de cerca o lejos todos estos años. Le he dicho muchas veces al amigo Eusebio la suerte que yo tenía de tener una estabilidad laboral que veía desaparecer del mundo del periodismo y que se manifestaba dramáticamente en el entorno más cercano. Han sido tiempos duros para todos porque yo vivía esa incertidumbre que caía en el mundo de mis amigos y recordaba que, afortunadamente, yo en ese mundo estaba como Pilatos. Qué bonito el periodismo y qué tiempos tan dramáticos para tantos periodistas como he conocido.

Por eso lo de mis amigos tiene mucho mérito. Lo que han hecho en estos dieciocho años de vida de EL ESPAÑOL - EL DIGITAL CLM Eusebio y César, junto a Javier de Pablos y Esther Esteban, es algo muy difícil. Levantar un periódico digital, crear sus propios puestos de trabajo y unos cuantos más y mantener la criatura viva y cada vez con más vida es algo que se dice pronto pero que cualquier emprendedor de la comunicación sabe la dificultad que tiene. Repásese el número de periódicos digitales desaparecidos a los pocos meses de salir en la región y júzguese el trabajo que estos cuatro amigos periodistas han hecho.

Siempre estuve a su lado.