No conozco un solo ayuntamiento en la región que no considere la organización del calendario festivo como uno de los puntos fundamentales en la gestión municipal. Por delante de que el ciudadano tenga asegurada la calidad de los servicios públicos se pone el éxito de las fiestas patronales, o las que toquen a lo largo del año, como la mejor prueba de que las cosas funcionan. Los ayuntamientos se han convertido en los productores fundamentales de eventos festivos y pobre del artista que no consiga que su representante meta la cuchara en ese reparto.
Que se le pida a un ayuntamiento que ponga los medios necesarios para asegurar la diversión en las fiestas patronales de los vecinos uno lo comprende. El empeño en inventar y promover continuamente fiestas sin arraigo a lo largo de todo el año, lo lleva uno más cuesta arriba. Es lo que ocurre con fiestas importadas como la famosa mascarada celebrada desde hace años la noche de difuntos o la persistencia en algunos lugares por seguir promocionando el carnaval a pesar de la falta de entusiasmo de la mayoría de los vecinos. Pero se ha impuesto que hay que celebrar el carnaval y no hay ayuntamiento que se precie que no se empeñe en ello.
Está claro que en nuestra región con respecto a los carnavales existen lugares en los que son sin discusión las fiestas principales del año; es el caso de Villarrobledo y otros lugares manchegos. En otras partes los carnavales solo existen con la respiración asistida de las corporaciones municipales empeñadas en que sus vecinos se disfracen y se diviertan por decreto del calendario de todos los años.
Uno es consciente que escribir esto es ir contracorriente y que lo que se impone para una mayoría es que cuantas más fiestas se inventen de gañote mucho mejor para todos y a ver quién es el munícipe que se atreve a llevar la contraria. Ya puede usted haber dejado saneadas las arcas municipales y haber hecho una gestión impecable de los servicios municipales que si las orquestas de la fiesta eran como la charanga del tío Honorio o los toros chicos y mansos no tiene usted nada que hacer en las próximas elecciones.
Los concejales de festejos se han convertido en los últimos años en los fichajes estrellas para las listas municipales. A la deseada concejalía de urbanismo le ha salido la rotunda competencia de la populista concejalía de festejos y zaragatas, que diría el amigo Reyes Calero. Cuide usted las fiestas municipales, añada al calendario un par de fiestas más y tendrá asegurado el aprecio vecinal y la reelección. No se explica la cosa de otra manera. En fin.