Está cada día más claro que si Emiliano no estuviera respaldado por la mayoría absoluta otorgada por los ciudadanos de Castilla-La Mancha, a esta hora estaría en el mismo lugar en el que se halla Joaquín Leguina, paradójicamente, el único presidente socialista a lo largo de cuatro décadas de existencia de la Comunidad de Madrid. Desde luego, ganas no faltan en el entorno de Pedro Sánchez.
Está también claro, a pesar de los que le achacan ventajismo y doble juego, que la única voz crítica en el PSOE es la Emiliano. Ha callado durante la campaña electoral temiendo que el descalabro cantado del sanchismo en Galicia se lo pusieran en su cuenta y no en la del Gran Timonel y su estrategia de hacer de comparsa del nacionalismo. Ahora ha vuelto a hablar y a la ministra María Jesús le ha faltado tiempo para recordarle "que tiene que saber cuando juega su equipo qué camiseta lleva", un recuerdo que pasará a engrosar el voluminoso expediente Page, que a buen seguro se teje minuciosamente en las covachuelas de Moncloa y Ferraz, para cuando sea menester pasar factura.
Emiliano está tranquilo y a lo suyo, que es desmarcarse de todas ese argumentario servido por la factoría de Pedro para tragar las píldoras amargas que impone en la dieta de los creyentes Puigdemont, porque sabe a ciencia cierta que cuando los ciclos políticos toman este cariz el ciclón es inminente. Su único escudo son los votos de sus ciudadanos y mientras los conserve está protegido.
La metáfora futbolera de la ministra Montero es muy elocuente de por donde andan las cosas en el PSOE contra el presidente regional. Cuestión de creencias y de fe indeleble. Ya se sabe que, a lo largo de la vida, uno cambia de pareja, de familia, de religión, de partido político… pero nunca cambia de equipo de futbol. Mentarle a uno la camiseta que lleva es como recordar a un cristiano de los de antes el carisma indeleble del bautismo. Estás perdido si te olvidas la camiseta de hincha que debes llevar, y tú Emiliano te alegras porque en Galicia no ha ganado Puigdemont que jugaba en el equipo del BNG y el banquillo del PSOE. Mal vamos. No te librarás del inquisidor. Se te apunta en el debe.