Las últimas campañas electorales para la Unión Europea han venido marcadas, como en todos los demás niveles de la estructura de los estados europeos, por la irrupción de los populismos a izquierda y derecha. Como en casi todas las fórmulas y propuestas de los populistas las contradicciones se multiplican. Con Europa por medio el fenómeno es evidente. Un ejemplo magnífico es la postura de los populistas de derecha en cuanto a las políticas europeas referidas al campo. En todas sus propuestas referidas a ese ámbito, el ventajismo y la demagogia resultan de vergüenza ajena.

El campo español se lleva manteniendo en su gran mayoría gracias a una política agraria común de carácter estrictamente proteccionista. Resulta curioso que en cuanto llegan unas elecciones se clame por su liquidación y se proclamen fórmulas mágicas pensando en que la mayoría de la gente que vive directamente del sector las apoya.

No sé si habrá cifras oficiales sobre las renuncias al cobro de la PAC a lo largo de los años que lleva implantada y uno tiene verdadera curiosidad por conocerlas, porque uno no se ha encontrado con un solo caso, aunque no niego que los habrá, de agricultores y ganaderos que renuncian a esas ayudas para mantener la completa libertad que te da siempre el no deber nada a nadie. Se clama contra Europa, se vocea contra las instituciones y sus decisiones, pero nadie renuncia a los beneficios, como ninguno de los supuestos antieuropeos renuncia, una vez que ha conseguido un escaño en Europa a los beneficios contra los que se clama cada cuatro años.

Si hay un buen ejemplo para comprobar cómo los populismos de ambos extremos se tocan y complementan entre sí, es este de su posición ante Europa.

Está muy claro que, hasta ahora, la receta de los partidos clásicos contra el populismo ha sido aprovechar al populismo de signo contrario para desgastar al adversario tradicional. Lo hizo el PP de Rajoy y Soraya potenciando a Podemos y lo hace ahora el PSOE de Sánchez con la evidente pinza, plasmada estos días en la campaña europea, por Vox.

Sin embargo, el precio a pagar por unos y otros ha sido alto y ahí están los resultados de los últimos años. Algo evidente pero que los tiempos que corren nos hacen olvidar.