Seguro que el equipo de Emiliano García-Page, y el propio Emiliano leerían con atención la sustanciosa entrevista de Ignacio Camacho a Felipe González, aparecida el domingo en el ABC de toda la vida. El sevillano Ignacio Camacho, que cada día que pasa va cogiendo el aire de un Antonio Burgos pasado por la Alta escuela de Estudios Políticos de Francia, en su entradilla ya avisa que FG no ha abandonado sus frases oblicuas ni sus largas perífrasis de prudencia que le hicieran famoso, aunque luego, a pesar de la hojarasca inevitable, el periodista consigue que cualquier lector medio pueda abrirse paso entre su retórica. Al FG del año veinticuatro y los ochenta cumplidos se le entiende todo por encima de su aguja de marear tontos y señalar peligros y gente dispuesta a estar en el gobierno aunque no gobierne.

FG se ceba con Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero y pasa por encima de los demás nombres propios a los que le lleva el capote de brega de Camacho con la elegancia y la naturalidad del que, aunque lo tiene dicho casi todo no se resigna a callar aunque le motejen en su casa de toda la vida como el abuelo Porretas.

Hay pocos nombres propios en la entrevista pero era inevitable que saliera el de Emiliano García-Page, el hombre del PSOE, que representa todavía, quieran o no sus amigos o enemigos, a ese partido de mayorías que durante muchos años siempre fue el suyo.

Cuando, para uno el primer columnista político de ABC, le preguntaba por aquella calificación de inviable con la que el presidente de CLM se había despachado para calificar la legislatura de Sánchez, el viejo maestro dejó una recomendación para su amigo: "Yo no creo en palabras gruesas, hago ironía, aunque Page es hombre que mide las cosas"; una de esas lecciones de retórica parda que hubiera firmado el maestro Mairena. La ironía como medicina protectora contra dogmáticos y tontos de cualquier especie y condición. Nada de frases gruesas. Medicación de toda la vida que el mismo Baltasar Gracián recomendaría como antídoto contra toda especie de déspotas, tiranos y populistas de medio pelo. La ironía nos salva. Seguro que Page toma nota y sigue con minuciosidad y aprovechamiento la prescripción del maestro.