El absurdo asesinato de Mateo en Mocejón nos ha puesto a todos haciéndonos una pregunta que parece imposible de contestar, pero a la que, sin embargo, cada vez que un suceso tan terrible de estos ocurre nos resistimos a dar: otro ser de la misma especie, un hombre o una mujer.

Se ha dicho muchas veces que la especie humana es la única que mata a individuos pertenecientes a su propia especie. Falso. Cualquiera que se haya acercado mínimamente al conocimiento de la naturaleza, aunque sea solo a través de los socorridos documentales de 'la dos', sabe que muchos animales matan a sus semejantes, ya sea por competencia, celos, rivalidad sobre sus posesiones, etc. Especialmente crueles le parecen a uno el ejemplo de los machos que matan a las crías de una hembra para tenerlas sexualmente a su disposición. Así que los defensores a ultranza de las costumbres del mundo animal y su superioridad "moral" sobre el homo sapiens tienen ahí un punto de reflexión y de inquietud. En esto, como en tantos misterios irresolubles sobre el comportamiento humano, ni siquiera los creyentes en un dios omnipotente al estilo del que nos presentan las tres grandes religiones pueden tener respuesta ni consuelo coherente con un suceso tan tremendo.

Paco Umbral, un escritor que se pasó la vida coleccionando lectores incondicionales y enemigos irreconciliables, alcanzó el punto más alto de su prosa en "Mortal y rosa", el libro dedicado a su único hijo, arrancado en plena infancia por la muerte de una de esas enfermedades a las que entonces la ciencia era difícil que consiguiera burlar a la parca. A ese proceso de escritura se refirió algunas veces contando su reacción, cuando en un ascensor alguien le intentaba consolar diciéndole que si Dios lo había querido así había que aceptarlo: "Pues vaya dios cabrón e hijo puta que permite la muerte de un niño", fue su salida airada de padre.

Y en este asesinato horrible, me temo que muchas de las cosas que se dicen, de la búsqueda de causas imposibles, de soluciones o de enseñanzas para el futuro, lo único que quedará como una verdad universal por la que muchos padres generación tras generación tendrán que pasar, será el sentimiento de los padres de Mateo durante toda su vida. Uno sólo piensa en ellos, en Umbral y en su respuesta y en que toda la ingeniería humana del presente y el futuro nunca podrá desprender a la especie de su animalidad.