El cuento de Rivera
No es el “Cuento de la criada”, aunque en algún ingrediente se le parezca, la distopía. Tampoco es un cuento de Allan Poe, o de Lovecraft. Ni siquiera el cuento de la lechera. Más bien pudiera compararse con una narración de Kafka, por lo absurdo; o de Tristán Tzara, por lo surrealista. Me refiero al discurso del Sr. Rivera en el Parlamento de la Nación. En un acontecimiento tan trascendente como es el discurso de investidura de un presidente de Gobierno. Ante la disyuntiva de la formación de Gobierno o la repetición de segundas elecciones en menos de cuatro años. Sucedió el día 22 de julio del año 2019. Así que cuando en el futuro inmediato, nosotros o cualquiera se pregunte cómo la democracia ha podido degradarse hasta extremos insoportables, habrá que revisar esa intervención. Rivera ha superado al populismo. En su universo no se necesitan soluciones fáciles para problemas complejos. Se necesitan cuentos. Relatos sencillos. Y repetir lo mismo de distintas maneras. De imponerse como tendencia de futuro habremos avanzado en las economías de las campañas electorales. No se necesitarán economistas ni técnicos que elaboren programas. Solo se necesitarán fabuladores y “showrunners”.
El Sr. Rivera se presentó ante la Cámara para relatar un cuento de cómic underground sobre tres ejes. El Sr. Sánchez tiene un Plan: el “Plan Sánchez”. Para implantar ese Plan, el Sr. Sánchez dispone de una “banda”: los cargos que nombra para su gobierno, entre los que citó al Sr. Tezanos(un clásico); al director de Correos, que no habrá pegado un sello en su vida; al rector de Paradores y se supone que a los diputados del grupo, degradando así la representación ciudadana y la actividad ejecutiva a la condición de malhechores. A la banda se arrimarán, por supuesto cuando les interese, independentistas, populistas y filoterroristas. El “Plan Sánchez”, tiene tres objetivos: crear el odio entre españoles, amargarles la vida con subidas enloquecidas de impuestos y entregar España a quienes quieren destruirla. Lo mismo repetido insistentemente para que nadie olvide ante qué sujetos estamos y qué futuro nos aguarda. Aunque…, aunque queda una salida: Rivera y los de su partido, nacidos para este momento histórico. Como en un personaje de carboncillo, el superhéroe y sus amigos liberarán a los españoles del terror expandido por la banda del Sr. Sánchez en un paisaje desolado, como de las películas de Mad Max.
Hasta aquí el esqueleto del cuento que el Sr. Rivera contó en la Cámara del Congreso de los Diputados y a la Nación española. Sus mensajes, repetidos con distinta intensidad narrativa, para que por la insistencia de lo reiterativo se graben en las mentes poco dadas a los sobresaltos, encubren, no obstante, un hálito de esperanza. Porque hay un líder cuya misión será erradicar el “Plan Sánchez” y acabar con las fechorías de su banda como en una nueva Gotham nacional. ¿Qué cómo lo hará? Ni se sabe ni importa. El cuento no pretendía rebatir el discurso del aspirante a presidente de Gobierno, ni siquiera discrepar de las propuestas del “Plan Sánchez”. Solo quería contar. Trasmitir una ficción en la que situar su propia actuación de superhéroe liberador. Y eso fue todo, no hubo más. Lo cual podría tener un pase si se desarrollara en un taller de redacción de literatura creativa. Pero no, se dirigía al Parlamento de la Nación. A los representantes de la soberanía nacional, elegidos en un sistema democrático y en tiempos de trastornos estructurales en Europa y en el Mundo. En fin, con el cuento del Sr. Rivera hemos empezado a conocer una nueva dimensión del asombro. Como si leyéramos “Los Mitos de Cthulhu”.