Tiempos extraños. Ni blanco ni negro. Más tirando a gris, gris sombrío. Amarillo tenue, rosa empolvado. Silencio en las ciudades, en los pueblos, en las calles. Silencio imprevisible. Derecha o izquierda ¿Habla el Covid 19 con usted? ¿Pregunta por su ideología? ¿Debate sobre su manera de entender el mundo? ¿Le cuenta que por ser nacionalista catalán, vasco o madrileño de derechas será compasivo? Por lo que vemos, no atiende a razones. Es un asesino despiadado como lo era en sus comienzos, Willian Munny, el protagonista de la película “Sin Perdón.” ¿En la situación que vivimos –incertidumbre, enfermedad descontrolada, servicios sanitarios desbordados, muertes en racimo–, mantiene validez la dualidad derecha o izquierda? Por supuesto que sí, sería la contestación correcta, aunque los comportamientos oportunistas de la derecha política y mediática hagan dudar. Es el modelo que ha posibilitado llegar hasta aquí. El confinamiento anula la capacidad de razonar, nos pone nerviosos, nos agota. ¡Ojo con la tentación del disparate!. Bastantes absurdos acumulamos en estos tiempos extraños. ¿Le gustaría descubrir que, aprovechando el miedo, su miedo y el de los demás, alguien le quiere manipular? ¿Quién mueve y por qué salen ahora las cosas que salen? ¿Por qué hay gentes interesadas en que, durante la batalla contra el virus, engorden otros conflictos?
La pervivencia de izquierda y derecha sirve para que la democracia no mute en autocracia. El miedo siempre es de derechas y, cuanto más extrema, mejor. También sirve para evitar las tentativas suicidas, que se mueven en redes entre la zozobra de estos días de sustituir un gobierno de políticos por un gobierno de técnicos. O por un liderazgo fuerte. En la Historia, no muy lejana, de España, la invocación a un “cirujano de hierro” dejó dos dictaduras. En cuanto a los técnicos, ¿técnicos en qué, técnicos de qué? ¿Carecen de ideología los técnicos, los cultos o los empresarios de éxito? Aprendemos poco o nada de la Historia. Y si recurriéramos a ella, descubriríamos que en Grecia, y más tarde en Roma, por citar referentes lejanos, se intentaron diversas fórmulas de esos gobiernos. Ninguna salió bien.
Ante una pandemia, sea natural o una insensata conspiración, no se comporta de idéntica manera la derecha que la izquierda. Boris Johnson o Trump, en su “pronto” primario, proclaman su confianza en que la naturaleza seleccione a los fuertes. Darwinismo descarnado. Aunque de la misma manera pueden derivar hacia en el más rampante populismo o en el más obsceno paternalismo. Como todos los autócratas y dictadores la mentira es lo que mejor manejan. ¿Cómo hubiera actuado la derecha en España de estar en el gobierno? Imposible contestar. Sí sabemos de la ruindad con la que algunos ellos están actuando
¿Debería el gobierno no haber permitido las manifestaciones del 8-M? La pregunta está sacada del manual del Oportunismo al que se recurre cuando se carece de argumentos. Decir lo que hay que hacer a posteriori es garantía de acierto. Privilegio de la Oposición. Sólo que son aciertos inútiles: se sitúan fuera de la realidad tal como sucede.
Tras los efectos de la peste en el siglo XIV, surgieron en Europa nuevas formas de entender la vida. La epidemia enseñó que los ricos morían igual que los pobres, los nobles igual que los plebeyos, los de una nacionalidad igual que los de otra y los creyentes de la misma manera que los no creyentes. El Renacimiento no tardaría en eclosionar, no sin dolores. Como entonces asoma una sociedad por construir. Habrá que prepararse para imprevistos riesgos disruptivos: catástrofes climáticas, crisis económicas, colapsos sanitarios, agitaciones sociales, guerra cibernética. Una nueva época, ahora sí.