Una crisis sanitaria con escasos precedentes ha desencadenado una crisis económica con graves antecedentes. Lo estamos comprobando. Todos lo vemos menos, al parecer, algunos partidos políticos, salvo que ambas crisis les importen poco. El PP se enfada mucho porque Sánchez no le llama por teléfono. Así que posponen una reunión para hablar del futuro. Suponemos que se produce la llamada, pero, ¡ah! no están de acuerdo en el lugar de reunión para definir el futuro.. El PSOE propone en Moncloa, el PP en el Congreso. Con luz y taquígrafos exigen, como algo trascendente. Sánchez cede. ¡Han pinchado la iniciativa del Gobierno!, proclama entusiasmado un senador del PP. ¿Quiere el PP que no salga ningún acuerdo? La crisis sanitaria, entre tanto, rompe las costuras de varios de los servicios básicos del Estado del bienestar y la crisis económica augura tiempos muy duros.
En los años noventa del siglo XX, el Sr. Aznar, con la colaboración de un llamado “sindicato del crimen”, integrado por periodistas y medios de comunicación afines, pusieron en marcha una estrategia de guerra, legitima o sucia, para desbancar a los socialistas del poder. Nada ni nadie quedaba fuera de su objetivo. Ningún asunto público o colectivo sería una excepción en la tormenta de barro que funcionó sin tino. El Sr. Aznar llegó a presidente del gobierno de España. La experiencia se repetiría cuando, por un error garrafal del Sr Aznar, ganaron otra vez las elecciones los socialistas. Y ahora, mientras dos crisis inéditas acosan a los ciudadanos, se vuelve a la antigua estrategia de “guerra total” Para las batallas que se librarían se eligió al actual presidente del PP. Tal vez algunos entenderán ahora por qué ni la Sra. Sáenz de Santamaría ni la Sra. Cospedal podían ser elegidas presidentas del PP. No daban el perfil sicario que necesitaba FAES. Aunque, todo hay que decirlo, en el diseño estratégico no se contaba con la ayuda de un virus letal y una crisis económica dramática. Crisis así abren zanjas difíciles de saltar por los gobiernos, por muy resilientes que sean sus integrantes. Y menos, sí en su nuca perciben el aliento de un acoso ilimitado en el que se implica la derecha política y mediática, una abultada mayoría de diarios digitales, que no sabe cómo se mantienen, más el jaleo en redes sociales. No se ha evolucionado nada.
El martes pasado afirmaba el Sr Casado “La unidad no es una garantía de que una pandemia se resuelva mejor. Sí así lo fuera, todos los países optarían por sistemas políticos no democráticos”. No se pregunten por la confusión de ideas, ni por los conceptos políticos e intelectuales del personaje. Céntrense en sus consecuencias: ni acuerdo para luchar contra el virus, ni acuerdo para la reconstrucción de un país en ruinas, ni gobierno de coalición con el que algunos soñaban. Lo que se ratifica, una vez más, es la guerra a la manera de Aznar.
Terminaré con otra cita. Procede de una carta que el Sr. Rui Rio, presidente del centro derecha de la oposición en Portugal, ha dirigido a los militantes del partido, y se publicaba en un diario de España el mismo martes de las declaraciones del Sr. Casado: ”Lamentablemente en la vida política no siempre se da una unión contra una enemigo común, pues no es raro que aparezcan los que no resisten la tentación de intensificar los ataques al Gobierno de turno, aprovechándose partidariamente de las fragilidades políticas que la gestión de una realidad tan compleja acarrea siempre. En mi opinión, esa no es, en este momento, una postura éticamente correcta. Y no es, además, una posición patriótica”. Subrayemos los adjetivos: ni ética ni patriótica.