Cuenta Gregorio Marañón en su libro reciente “Memorias de luz y niebla”, cómo Jordi Pujol, tras ganar las elecciones a la Generalitat en 1980, se comprometió ante el autor a que él y su partido trabajarían eficazmente “con una política equilibrada y constructiva que rinda un buen servicio a Cataluña (sic) y a España.” Y también que asumía la responsabilidad de que Cataluña “no fuese un elemento perturbador en la vida política española.”
Cuenta también, el toledano Gregorio Marañón, aunque no como testigo, sino con las referencias de uno de los protagonistas que, a finales del 2013 era evidente que la “cuestión catalana” iba a convertirse en un problema de difícil solución. Para tratar de detener la marea, Cesar Alierta e Isidro Fainé informaron al rey sobre su propósito de articular una negociación entre D. Mariano Rajoy, presidente del Gobierno y el Sr. Artur Más, presidente de la Generalitat. Tras consultas con cada uno, ambos se mostraron dispuestos al encuentro. Solicitaron al Sr. Más una relación de cuestiones relevantes. El Sr Alierta y el Sr Fainé con un grupo de técnicos analizaron las propuestas del Sr. Mas. Trece se consideraron asumibles; seis sensibles, pero a estudiar y cuatro, inasumibles. El Sr. Mas aceptó que suprimieran los puntos considerados inasumibles. Posteriormente el Sr. Rajoy añadió tres puntos más, también inasumibles. De nuevo aceptó el Sr Mas su supresión. Sin embargo, cuando ya se pensaba en una reunión productiva, el Sr. Rajoy llamó al Sr. Alierta para comunicarle que no habría ninguna reunión. Y Gregorio Marañón comenta “cuarenta años después de mí reunión con Jordi Pujol la “cuestión catalana” constituye uno de los mayores problemas que tiene España.”
En el libro de Jordi Amat “El hijo del chófer” se cuenta, cómo ante la quiebra de Banca Catalana y la posible implicación judicial de Jordi Pujol, se elabora una estrategia de defensa con varios frentes. Uno de ellos consistirá en la construcción de un mito. El relato del mito se sustentará en la victimización y venganza. Se trata de crear un momento populista. En esa línea, en el debate de investidura de Jordi Pujol como presidente de la Generalitat de 1984 se produce un fuerte enfrentamiento entre el Sr. Obiols y el Sr Pujol. El primero sostiene que no puede usarse Cataluña y sus instituciones de autogobierno como un escudo protector de asuntos ajenos a la política. El Sr Pujol responde que la querella (sobre Banca Catalana) tiene una motivación política impulsada por el Gobierno socialista. Luego, en una huida sin final, se sumarán los acontecimientos en los que resurge el nacionalismo y la identificación de Pujol con Cataluña. Cuanto se haga contra él y los suyos, será una agresión contra Cataluña. Toma cuerpo el mito individual y el nacionalismo de finales del siglo XX con un fondo, nunca sustanciado, de la quiebra de una entidad financiera y la impunidad de los implicados. El camino se ampliará cuando, años más tarde, se descubra la fortuna oculta de la familia Pujol en Andorra y otros lugares y cuanto se relaciona con la trama del 3·%. Adquirirá forma al “procés” que concluirá con la votación fantasmal de la independencia de Cataluña.
Este artículo se publicará el 19 de febrero del 2021. El agujero que abriera Rajoy con su negativa a hablar con el Sr Mas continua agrandándose. Se han retrasado las elecciones en Cataluña, dicen, hasta mayo. Son maniobras dilatorias. Quienes están en el poder quieren seguir manteniendo los fondos públicos y el control de las instituciones. Buscan una mayoría independentista que doblegue al Estado Español. Este simplemente resiste. España vive profundamente perturbada y Cataluña gira y gira en su particular laberinto.