El “bombazo” político y mediático de hoy deja de serlo mañana para dar paso al siguiente “bombazo”. En pocos días el espectáculo se supera a sí mismo, porque el espectáculo es un monstruo que cada día exige más. Más provocación, más emoción, más tremendismo. Es la base del negocio de la comunicación. En la interdependencia que se ha establecido entre política y espectáculo se necesitan nuevas impresiones, noticias más impactantes. Hay que mantener la tensión en los ciudadanos. Que no se aburran, que no se cansen del ruido, que se aficionen a las miserias que suscita la política en su formato de programa basura o magazine de entretenimiento. Ingredientes de éxito del espectáculo, además de la exhibición, son el victimismo y la heroicidad. El fracaso o el triunfo en su componenteescandalosa.
La interpretacióncon la que elteórico de Podemos, Sr. Monedero, ampliaba la noticia del Sr. Iglesias como candidato paraMadrid, le presentaba como la víctima que se lanza consciente al sacrificio; la decisión agónica de un personaje, identificado por los adversarios como la encarnación en España del comunismo venezolano o el autoritarismo chino. Monederodibuja el perfil humano del héroe amigo. Aunque, por otro lado, la Sra.Teresa Rodríguez, antigua compañera de militancia del héroe,reduce el hecho al comportamiento de un niño hiperactivo que cambia de lugar tan pronto se aburre.
En el otro extremo se sitúa la Sra. Ayuso. Víctima y heroína. No existe espectáculoque no disponga de polos enfrentados. La dualidad simplista“bueno – malo” de las narraciones de superhéroes reemplaza con su discursode cómic infantil complejas elaboraciones intelectuales. Eso que antes atribuíamos a la madurez de los individuos. En una sociedad dejuventud inacabable todo debe ser ligero, liviano, banal. Aunque se sofistique el modelo con el vocablo “polarización”. La Sra. Ayuso se presenta como la victima de la Moncloa, un lugar secreto y confuso, en cuyos sótanos siniestros se mueve el voraz Sánchez, conspirando contra ella con la obsesión de un maniaco. Pero la víctimase rebela. Se transforma enJuana de Arco en un Madrid divertido de bares y hostelería a tope. En versión bíblica, una Judit castiza contra un Holofernes atávico. La feminidad sugerida contra la testosterona explicita. La persona que considera que si te llaman fascistaestás en el lado correcto de la historia.Una afirmación tan espeluznante como terrible que señala el credo políticoque practicala protagonista.
Entre medias, entrebuenos y malos,el Sr. Gabilondo, difícil de calificar como malo, liberticida,radical. El Sr. Gabilondo va a poner a prueba a la sociedad madrileña. La va a enfrentar con suscontradicciones.La va a llevar al callejón del Gato, de “Luces de Bohemia”, el esperpento de Valle-Inclán,para que elija espejo en qué mirarse. Y exprese si la gestión política va a depender de los restauradores, dueños de bares ode ocio y negocios privados con fondos públicos, o por quienes la entienden como un servicioal ciudadano.No es Gabilondo un político que genera bombazos espasmódicos. Es el filosofo en el ágora de la ciudad al lado de los charlatanes y sofistas de los barrios cercanos a la Academia o frente a los cómicos de mascaras gesticulantes y coturnos elevados del espectáculo teatral. Su perfil le permite presentarse como elemento superador del modelo maniqueo en el que nos movemos. Derriba la polarización, la información suplanta al espectáculo. ¿No es eso lo que piden los ciudadanos a la política, además de gestión sosegada de los asuntos públicos?