Por experiencia sabemos que los Asuntos de Estado solo existen cuando gobierna el PP. Cuando son otros los que gobiernan, cualquier tema, nacional o internacional, se convierte en confrontación. Nada queda excluido del combate, los Asuntos de Estado desaparecen. Agregamos a lo que sabemos la reacción a la reciente presentación, por parte del Gobierno, del documento sobre la “España del 2050”. Cien técnicos y profesores de diversas procedencias, más de un año de trabajo, 675 páginas en las que se propone cómo llegar a ese horizonte cercano, pero en absoluto utópico, a la derecha no le gusta. El Sr Casado, con su intensa comprensión del Estado, ha definido como insulto a la inteligencia de los ciudadanos hablar del futuro cuando se parte de un presente oscuro, en su entender. Confundir conceptos, crear realidades alternativas y enmarañar los tiempos son la respuesta intelectual de la Oposición a tanto esfuerzo. Le han secundado las huestes mediáticas descalificado, cuando no ignorando, el proyecto desde opiniones tan ridículas algunas como tergiversadas otras. Uno de los textos, clarificador de la simplicidad esquemática de la derecha, lo ha resumido un periodista distinguido del sector con el tópico “en cincuenta años todos calvos”. Del tenor del título es el cuerpo del texto. Y la Sra. Ayuso se ha referido a la iniciativa con una de sus grasientas expresiones “nos quieren prohibir hasta los chuletones”. Imagino que los intelectuales que promovieron su voto se sentirán orgullosos de haber apoyado el “cráneo privilegiado” (Luces de Bohemia) de la política madrileña.
En unos meses teorizarán sobre la baja calidad de la política actual. El presidente del gobierno, Sr. Sánchez, ha propuesto “una conversación nacional” sobre los grandes desafíos para conseguir una España distinta, más rica, mas ecológica, menos distanciada del resto de Europa. Imposible cualquier dialogo con una derecha que apela al consenso solo cuando ellos gobiernan. Porque, como su pasado de gobierno no soporta bien el análisis del tiempo, tampoco les interesa encarar un futuro que supone revisar políticas de gobiernos anteriores y realizar cambios profundos. Lo que le va al PP es el olvido. Empezar como sí España se inaugurara en ese instante. Lo hizo el Sr Aznar renunciado al pasado de Fraga, lo repitió Rajoy para ocultar desmanes de Aznar y lo repica el Sr. Casado que se desliga de todos, anunciado hasta la venta de la sede de Génova.
Qué no resiste el PP la revisión de su pasado lo demuestra el silencio espeso de los medios de comunicación, más o menos afines, ocultando los resultados de uno de los proyectos estrella del gobierno de Rajoy. Todos, o ya nadie, recordará la creación de la Sareb, el banco malo que absorbió los efectivos tóxicos de la banca y los destrozos de la burbuja inmobiliaria. Según anunció el gobierno el rescate de la banca y de sus activos financieros no iba a suponer gasto alguno de los ciudadanos ni ningún coste para la sociedad. “Era solo un crédito, según Rajoy, a la banca que pagaría la propia banca”. Ya es público que los recursos no han sido devueltos y engrosan la deuda del Estado que la derecha reprocha al Sr Sánchez con olvido cínico del origen de esa deuda. Algunos entendieron la operación como una socialización de las pérdidas de los bancos y las empresas especulativas. Lo negó con rotundidad el gobierno de Rajoy. Hoy ya sabemos que es cierto. Usted y yo pagaremos aquellas fiestas de otros. Mientras, esa misma derecha continúa hablando de bajar impuestos, reducir deuda, privatizar servicios esenciales y evitar despilfarros socialistas. Hablar del futuro, ¿para qué?