“Me deja usted un panorama desolador”, comenta el juez García Castellón al terminar un interrogatorio. Y responde el interrogado “podría ser mucho peor.” El juez ha escuchado de un testigo de la UDEF las maniobras, conjuras y presiones que se hicieron para tapar el “caso Gürtel”. En esa investigación se inscribe la denominada “Operación Kitchen”, una trama policial del Ministerio del Interior, cuando gobernaba el PP, para espiar y destruir pruebas de Luis Bárcenas, tesorero del PP. Un caso en el que se suman corrupción y espionaje y que, en cualquier país desataría un seísmo político, la repulsa mediática y el castigo ciudadano. En España solo provoca ruido, humo, palabrería, nada. Los ciudadanos hace tiempo que se descolgaron de un asunto tan grave. El ruido mediático ha conseguido sus objetivos: aparentar que vivimos en una realidad democrática en la que es irrelevante que un juez termine desolado tras oír las declaraciones de un testigo. Algo no funciona en la sociedad española. Aunque, por no ceder al pesimismo, lo atribuiremos a la falta de años de práctica democrática. La democracia se perfecciona con el ejercicio. El ejercicio produce leyes y normas eficaces contra estos y otros comportamientos similares. Y cuantos más sumandos democráticos incorporemos a la vida pública diaria, más aumentará la sensibilidad colectiva que haga imposibles tales tramas. Ya, ya, pura fantasía, sí lo contemplamos desde las votaciones de Madrid o los datos de la encuestas. ¿Aceptan los ciudadanos españoles la corrupción y la incorporan a los comportamientos democráticos como algo inevitable?
Dentro del ruido que nos envuelve, sorprende que haya causado un revuelo extraordinario las declaraciones de un empresario o de varios de ellos cuando han manifestado que si los indultos a los condenados por el “procés” sirven para algo, bienvenidos sean. El discurso entraría dentro de cualquier lógica democrática, pero aquí se aprovecha para distraer la atención de lo que está sucediendo en los juzgados. El Sr. Casado, teórico representante de la derecha, ha respondido a los empresarios que “dejen la política para los políticos”, lo cual sería semejante a la cínica frase de Franco, “haga como yo, no se meta en política.” La derecha española lo confunde todo. Unos días antes la Sra. Ayuso había implicado al rey en la firma o no firma de los indultos del Gobierno. ¿Ignorancia? ¿Desconocimiento de las reglas de la democracia? ¿Frase para que la gente hable de ello y no se preocupe por otros asuntos? Probablemente sea una mezcla de todo y más para mantener el ruido que necesita la derecha para que sus asuntos internos no les destruyan.
Se desarrolla en los juzgados un proceso de investigación en el que se han descubierto anotaciones del procesado policía Villarejo, en las que han aparecido nuevos datos sobre esa corrupción. Mientras, un inspector, de apellido Morocho, ha declarado cómo fue presionado para que en sus informes sobre la trama Gürtel no pusiera nombres. Aparecen los de siempre que implican a la cúpula del partido popular, D. Mariano Rajoy o la Sra. Cospedal, imputada junto a su marido, Sr. López del Hierro. Al testigo le extorsionaban y le prometían destinos profesionales mejores para que los informes de la UDEF se manipularan, que todo pareciera un asunto del tesorero Sr. Bárcenas, tesis que mantienen los populares desde que aparecieron las diferentes causas que se juntan, divergen y se confunden. Algo muy grave sucede en un país que soporta la corrupción y el espionaje como si no fuera un asunto que deslegitima la democracia y afecta a la integridad ética de los ciudadanos. Panorama desolador.