España se ha convertido en estos días en el lugar más decisivo de la defensa occidental. Se ha hablado de futuro ante las amenazas presentes conocidas y las que están por venir. Una reunión histórica, ha dicho Biden. Sin embargo, reunión tan trascendente está siendo difuminada y alterada por los patriotas habituales a quienes no les gusta que sean otros los que protagonicen acontecimientos históricos. O son ellos o lo ocurrido estos días no ha sido nada. Como mucho un capricho del presidente Sánchez y eso no es tolerable. Así que cera al mono.
Se redoblan los ataques contra Sánchez, que ya está contra las cuerdas. Pero la reunión ha servido también para desmontar nostalgias ilusas de izquierdas obsoletas. La reunión de la OTAN en Madrid ha reavivado en algunas gentes el fuego amortiguado, por el paso del tiempo y la evolución de la realidad, de aquellas luchas románticas contra la OTAN en nombre de la paz. En aquellos tiempos se era más de izquierdas sí se era contrario a la OTAN.
Felipe González, y su cambio de postura, estremecieron los cimientos del socialismo democrático. Se cambió la mirada sobre el “amigo norteamericano”. Demasiado para las gentes de izquierdas. Muchos socialistas, con carnet o si él, se sublevaron, otros abandonaron el socialismo porque se sintieron traicionados. Visto lo que está ocurriendo en Europa, Felipe González tuvo razón, los equivocados eran los otros. Por eso, no deja de resultar enternecedor que, mientras Rusia arrasa Ucrania, haya todavía gentes varadas en consignas contra la OTAN y contra el imperialismo norteamericano.
Finlandia y Suecia –tan envidiadas por los españolas- reticentes durante años a formar parte efectiva de la OTAN se han apresurado a solicitar su ingreso. Dinamarca, consulta popular mediante, también ha aprobado su adhesión. ¿Qué ha cambiado en Europa? Trump marcó a la Unión Europea el camino a seguir si quería contar en el complicado damero de la política internacional y la geoestrategia. Con Estados Unidos no había que pensar para la defensa de Europa en caso de una posible agresión. Rusia ha invadido Ucrania y amenaza con ocupar territorios del Mar Báltico. Y Europa se descubre sola entre Estados Unidos, Rusia o China. A ninguno de estos actores le interesa una Europa fuerte y competitiva. Y eso es lo que está cambiando en Europa. En Madrid se ha llegado a la conclusión de que si Europa quiere contar entre las grandes potencias, debe ser autosuficiente en la defensa de sus integrantes.
“Si vis pacem, para bellum (si quieres la paz, prepara la guerra), decían los romanos hace siglos. “En el jardín de la infancia” en que se convirtió Europa, tras los desastres de la Segunda Guerra Mundial, la máxima de Roma se olvidó y nos dedicamos, felices, a cantar a la paz. En la Europa democrática y aburguesada no se podía entender que hubiera alguien dispuesto a no subscribir la paz frente a la guerra. La invasión de Ucrania ha derribado los pedestales imaginarios. Resulta que un poderoso ejército ruso se ha lanzado contra un territorio que carecía de armas y hasta de ejército.
Y así, hemos descubierto que un “matón” del jardín de la infancia europeo elige la guerra en lugar de la paz. Y sí algún día lo considera útil invadirá otro país. ¿Le convenceremos con dulces palabras y sólidos argumentos de los horrores que conllevan las guerras? Probablemente el “matón” sonría con desprecio y mantenga sus proyectos. No me gusta la máxima de los romanos ni la “pax romana” que imponían tras sus conquistas, pero ¿existen razones disuasorias mejores que las de los romanos que vuelvan pacifico al “matón” del colegio?